8 de diciembre de 2009

te soñé, pero ya no me recordabas

El problema es

volver del fin del mundo

sin una buena respuesta que darte,

no saber a quién olvidar primero,

ni si perdonar nos hace más débiles.

El conflicto

es la incapacidad para entender el movimiento de las mareas,

las migraciones de los pájaros

y los sedimentos en la cuenca del río.

El riesgo

es el otoño que llega con retraso,

los nudos imposibles de deshacer

los abrazos que se eternizan

y todas esas pavesas empiezan a convertirse

en esta fina lluvia que te moja despacio,

como alfileres diminutos sobre tu corazón.

22 de noviembre de 2009

uno bajo cero

Nunca aprenderemos a colocarnos a favor del viento, ni veremos a nuestro equipo ganar el campeonato. Puede que todas las oportunidades pasen de largo ante nuestra puerta, como si visitáramos un museo vacío; pero jamás perderemos todo lo que ya nos pertenece. Tenemos las certezas y los teléfonos rojos, las escaleras de incendios y un cajón repleto de conciertos. Así que antes de echar sal sobre la tierra quemada, piensa por un momento cómo sería todo sin aquel instante inicial, nuestro propio big bang. Sin esa forma de mirar que aprendimos con el tiempo y la práctica. Cambiaremos las reglas del juego si es lo que prefieres, pero los puentes entre tú y yo han soportado demasiadas lluvias. Porque nada dorado dura para siempre.

10 de noviembre de 2009

navegación silenciosa

Estarás ardiendo en cualquier esquina, como la mariposa que se enamoró de la cerilla, mientras yo despierto en el punto más alejado de ti y siento cómo me atraviesan las palabras adecuadas. Son demasiados intentos de fuga frustrados; y nos acostumbramos extrañamente a olvidar, caer y volver a levantarnos sin mirar con quién habíamos tropezado. Nunca nos salieron las cuentas, y cada vez que te acercabas yo me volvía hacia dentro. Un día me cansé de correr y decidí sentarme a contar las flores; tardaste tres semanas en darte cuenta de que no estaba a tu lado y volver. Ahora eres tú la que ha decidido cerrar todas las escotillas, apagar los motores y quedarte en silencio hasta que el enemigo se despiste y pase de largo. Mi corazón es un engranaje tan oxidado que se ha vuelto incapaz de bombear; el tuyo es un montón de cables que sólo se conectan entre sí. No sé qué ocurrirá con nosotros cuando llegue la primavera, pero tras el incendio no va a quedar piedra sobre piedra.

31 de octubre de 2009

tareas pendientes

Cántame una canción de tren. De ésas en las que pareces escuchar la lluvia rebotando fuerte sobre la chapa del furgón, y son tan reales que serías capaz de dibujar las vías, persiguiendo la luna en mitad de la madrugada. Cierras los ojos y vuelves a ser una niña, frágil, vulnerable. Tal vez nunca deberías cerrar los ojos en presencia de ciertos hombres. Dime lo que pretendes encontrar y puede que invente algún sitio por el que empezar a buscarlo, intentaré que sea lo suficientemente lejos y no tengamos motivos para echarnos de menos. Mientras juegas a despeinarme tratamos de decidir en silencio quién es el culpable, quién debe hacer el esfuerzo por mantener esta historia en pie; pero lo más terrible fue haber añadido todas esas palabras a nuestro diccionario: esfuerzo, flote, sacrificio. Sé que nunca te gustaron los finales tristes ni la última hoja de los calendarios; siempre preferías abandonar la sala a oscuras, con la pantalla iluminando tu pelo, sonreír al pisar la calle y mezclarte con los asistentes al desfile. Ahora tú estás pensando en escapar de aquí con las primeras luces y yo también; el blanco y negro acabó por consumirnos casi sin darnos cuenta, y los engranajes simplemente se oxidaron y dejaron de funcionar. Lo único que nos mantiene atados la certeza helada de que, aunque tomemos caminos opuestos, es inevitable que nos volvamos a cruzar.

25 de octubre de 2009

A la chica que esquiva mis palabras

haciéndome sentir como el peor lanzador de cuchillos del mundo, mientras se deshilacha el inventario de las oportunidades que cayeron por la borda cuando se desató la tempestad. Todas las mañanas se vuelven trampa en cuanto doblo tu esquina, y ya no quedan mapas del tesoro que consigan alejarse de tu reflejo distorsionado. Como si en la puerta de cada bar me encontrara tu fantasma, encendiéndote un cigarrillo con ese gesto tan propio en un intento furtivo por atrapar la luz de tus ojos. Alcanzaré la costa al amanecer, echando al fuego todos los restos de temporada: los poemas del hierro y del vino, aquellas chicas que bailaban y reían esperando a que nos acercáramos. Calmé mi sed con tus lágrimas de papel, pero cuando te busqué para darte las gracias ya te habías enterrado en una historia de ésas que me solías contar. Estoy contra las cuerdas y ni siquiera ha empezado el combate.

13 de octubre de 2009

a sunday smile

Es un lamento antiguo, de dos mil años, largo y lento como si la tierra bostezara; se despereza invadiendo mares y generando enormes olas a su paso, ululando su pena innombrable. Todos se estremecen cuando lo escuchan, como una puerta que se abre y deja entrever la soledad lúcida de una sabiduría más vieja que el propio mundo. Al cerrar los ojos la carretera desaparece, y sólo queda el sonido reverberando en todas partes. La niebla nos envuelve el corazón, acariciándonos por dentro, y el vals nos mece de un lado a otro con un murmullo imposible de imitar. No hay manera de escapar, respiramos esta música porque forma parte de nuestro código genético. Y sin decir una palabra nos cuenta historias de noches eternas, cuando no había nada, tan sólo estrellas en el cielo y rocas en el desierto. Es la música que permite que los pulmones de un recién nacido empiecen a funcionar de manera inconsciente. Y no nos abandona, no dejamos de escucharla ni un solo momento, hasta que los latidos van disminuyendo su frecuencia, en un fade out suave que se funde en el silencio. Como la caravana de gitanos se aleja del pueblo, y su música se desvanece lentamente en el viento del sur.

3 de octubre de 2009

no es la ausencia quien devora...

Desde mi mesa junto a la ventana del restaurante la veo cruzar la calle. Lleva un enorme sombrero y su pelo moreno cae suelto sobre los hombros mientras apura un cigarrillo. Camina decidida entre los coches y la gente, y nada de lo que la rodea puede rozarla, es una criatura extraña que nada tiene que ver con cualquiera de nosotros. No tengo claro hacia dónde se dirige, creo que ni ella misma lo sabe. Yo dejo de ordenar mis cerillas usadas, cojo el abrigo y pido la cuenta, pero cuando salgo no queda ningún rastro del ángel: sólo leones rojos y pájaros de fuego atrapados en una tormenta eléctrica. Al alejarme y notar como su recuerdo va habitando los huecos, creciendo y transformándose en pasado, pienso, sólo al dejar de apostar puedes perder la partida.

24 de septiembre de 2009

evitar que tu corazón se congele en el infierno

Soy el viento que desordena las líneas atravesando tu camiseta, sobrevolando tus ganas de sonreírle al amanecer. El rastro casi borrado de una cicatriz de cuando eras una niña; un corte casi imperceptible sobre tu ceja izquierda. Estudio la accidentada orografía de tus valles y cordilleras, las zonas dulces y saladas que van dibujando el cauce de la vida a través de tus arterias. Todo lo capturas y almacenas, todo te hace crecer y después abres las puertas y sales al mundo, le cuentas todos los secretos del mercurio con tu voz de luna en una liturgia lenta, desde el centro mismo del poema. Cuando estamos juntos destensamos la soga del tiempo y todos los colores se vuelven llama que acaricia las piedras heladas. Te pronuncio y por fin aprendo a leer las huellas del camino que vamos dejando atrás.

14 de septiembre de 2009

collage / Poor old johnny ray...

Los peces amaestrados nos miran con asombro fingido desde el fondo del estanque, y la última luz de la tarde nos permite observar el ritmo lento con el que los pájaros se entretienen para no llegar nunca a tiempo. Recorremos el laberinto de dentro hacia fuera, contando los pasos en un juego inventado sobre la marcha. Los chicos sonríen y preguntan por el líquido de las botellas que hay en la estantería más alta. Los ángeles quieren utilizar tus zapatos rojos y las tazas de café descansan junto a las libretas de colores; algunas de ellas están vacías y otras guardan tesoros y vidas aún sin estrenar. La hierba recién cortada dibuja líneas sobre la palma de tu mano, y una hoja seca cae entre nosotros junto a la balaustrada. También hay una chica con los ojos más verdes del mundo, y el plano arrugado de una ciudad junto al mar. Son pequeñas instantáneas, algo así como recortes de revistas en una peluquería llena de ruido, una escena de cine mudo proyectada en el tambor de una lavadora. La lluvia y el sol te harán sentir cualquier cosa que les pidas, o nada en absoluto, si es lo que deseas. Y ninguna emoción tiene vida propia, sólo nosotros podemos hacer que el tiempo que compartimos merezca la pena. Así que nada de malas caras, porque ningún momento podrá intentar parecerse a éste.

10 de septiembre de 2009

tu nombre susurrado

Te acercas con la intención de pedirme un nuevo salto mortal, pero ya no puedo: estoy demasiado lejos del alambre y sólo te ofrezco palabras sueltas, en caída libre. Mientras tus manos arden despacio, como un sol de medianoche. No me había fijado hasta hace un momento, pero hay papeles firmados en todos los rincones de tu beso panorámico. Más tarde, la oscuridad de un taxi a las cuatro de la madrugada, en el camino de vuelta hacia un territorio completamente nuevo y desconocido, las calles fugaces y los semáforos como una tregua. Una media sonrisa que se dibuja sobre el mantel, las sombras chinescas de tus manos al pronunciar los verbos más ocultos. Y en el último acto amaneces apoyada en la ventana, observándome, ajena al ruido de la calle y la vida latiendo ahí fuera. Es entonces cuando siento algo que tal vez pudiera transmitirte: girar en torno a ti nunca es hogar, sino flores marchitándose en un cenicero que se aleja a la deriva.

3 de septiembre de 2009

bewilderbeast

Siempre guardo una bala en la recámara; como la tabla que siempre encuentra el náufrago y a la que se agarra poniendo todas sus esperanzas en ella. Y aunque lo intento, no hay combinación de palabras que consiga rozarte, siempre me quedo a unos centímetros de ti, y tengo que limitarme a contemplarte eléctrica y luminosa al otro lado. Pero al menos sé que estás, que la marea no se llevará lo compartido; viniste una vez y fue para quedarte. Tú sonriendo con el cuentacuentos, yo sintiéndome un poco como si fuera un caballero andante en una leyenda con final feliz y un dibujo cada tres páginas. Repaso cada fuego que prendimos y me entretengo en escribir nuestra historia en las paredes, en el suelo. Aquí la música también tiene algo de lazo, y aún me estremezco al imaginarte detenida en el estribillo de todas las canciones con las que desayunamos aquella mañana de sábado, antes de bajar las escaleras de la estación. La guitarra que no toqué, la vida entrevista a través de un filtro verde y otro rojo. Ahora ha pasado el tiempo y recorro tus letras con la misma intensidad: los silencios entre nosotros son sólo pausas para tomar aire y volver a reír a carcajadas.

19 de agosto de 2009

mapa de ruta

No te habrás dado cuenta, pero

resonamos por las calles empapadas

horas después de habernos desvanecido

y dibujamos un mapa improbable de abrazos

en cada esquina mal iluminada

como los lunares de tu espalda bajo la luna

tejiendo la lenta armonía de los besos

esperando que en cualquier momento

algo ocurra, no sabemos muy bien qué

y creemos de la nada un universo de bolsillo

tras haber buscado sin éxito una salida de emergencia

será entonces cuando no necesitemos las palabras

no tendré que invocarte para que aparezcas

y nunca volveré a caminar por el filo

de vuelta a casa

10 de agosto de 2009

and it stoned me

La princesa por un día baila a metro y medio de distancia. Estamos solos en el bar, la luz es lo suficientemente tenue, y el camarero friega distraído un vaso mientras mira de reojo el espectáculo. Yo estoy sentado en un taburete junto a la barra y la última copa empieza a quedar demasiado lejos. Supongo que debo de tener una expresión ridícula, pero no deseo estar en ningún otro lugar. Venir a este sitio ha sido idea suya; mientras pagábamos el café me dijo simplemente “me apetece quedarme”. Yo en aquel momento no sabía muy bien a qué se refería, todavía no lo tengo del todo claro. Pero estaba preciosa con el pelo cayéndole sobre la cara de forma estudiada y casual, y llevaba las uñas de los pies pintadas a juego con sus ojos. Más tarde me contó que había tardado media mañana en hacerlo, y me sonrió, las manos extendidas sobre la mesa. Esa clase de cosas siempre me desarman, y ahora estando a su lado y mirándola mientras se mece me siento descender por un camino desconocido, sin tener muy claro qué voy a encontrar al otro lado. La princesa por un día se ha olvidado de todo lo demás y se limita a sentir la música como si fuera electricidad estática, la atraviesa y juega con su pelo. Por un instante parece volver a nuestro mundo, aterriza suave y me hace partícipe de la situación con un gesto. El tiempo es elástico y parece haberse detenido, ahora sólo necesito que la canción no termine nunca.

Supongo que me gustaría conocer el nombre de la princesa, poder compartir un segundo día a su lado. Tal vez llamarla por teléfono, ser consciente de que está ahí, cerca. Pero sé que los hechizos se deshacen como dibujos en la arena; así que disfrutaré del momento antes de que se evapore.

30 de julio de 2009

el ritmo de tu respiración cuando estás dormida, la tectónica de placas y la mano izquierda de Mehldau

Nunca me voy del todo, siempre permanezco cerca, como los extintores en los centros comerciales atestados de gente y con el aire acondicionado funcionando a máxima potencia. Sencillamente no puedo alejarme lo suficiente como para considerarte un punto más en el universo, tal vez porque eres una especie de sol infinito y extraño en torno al cual las órbitas se hacen cada vez más reducidas. Y también se acortan las distancias temporales, sin dejar de pensarte y de dibujarte si no estás, para empezar a echarte de menos cuando aún no te has marchado. Tejemos nuestra propia tela de araña con vistas al museo y el puente de La Salve, convencidos de que éste es el camino correcto, ésta es la música que debería sonar para siempre en cada uno nuestros abrazos. Tres pasos más y ya estamos bailando, yo siempre tan torpe, y tú flotando delicadamente entre los versos. Con la duda todavía sin resolver, un viaje largo en metro y las gaviotas sobrevolando la Gran Vía. Pequeños fragmentos que si se colocan en el orden adecuado forman un hilo invisible; ese hilo que une las yemas de mis dedos con el valle de tu clavícula derecha. Por eso nunca puedo irme del todo.

21 de julio de 2009

los olvidados

Pretendes recorrer la senda de los elefantes sobre tu bicicleta nueva mientras mi única aspiración es alquilar un rincón a la sombra de tus rodillas, con vistas al mar y servicio de habitaciones. Jugamos a perseguirnos en un inmenso océano de tres metros cuadrados, y nuestra sed sólo se calma cuando la luz del sol viene a visitarnos. En el despertador todavía resuenan acordes del pasado, pero cada vez tiene menos sentido mantener el fuego encendido, casi todo lo que fui se redujo a cenizas en el incendio. Luego toca el olor a café y jabón, seguir viviendo, aunque a veces la vida es el intervalo de tiempo entre dos besos tuyos. Pequeñas muertes fugaces y eternas. Aliméntame de vez en cuando, llévame secuestrado a tu jardín. Prometo contarte mil y un cuentos mientras vemos crecer las flores a nuestro alrededor.

6 de julio de 2009

Lo difícil es mantenerse

dejé mi corazón enterrado en las nieves perpetuas

traté de subirme al último vagón en marcha

sin saber si me llevaba al destino adecuado

vi pasar ante mí las oportunidades que más brillaban

aprendí que las heridas no se cierran solas

me volví un experto en deshacer nudos

olvidé dar la vuelta a los relojes de arena

acaricié las llamas un poco más de lo debido

intenté escapar de las emociones precocinadas

no regué las flores a tiempo

cuando más silenciosamente lo pedían

y disfruté del desierto por una temporada

me transformé en río y mis aguas se evaporaron

cuando regresé seguía siendo

ese niño que sonríe en la fotografía

como si no tuviera miedo a recorrer el alambre

así que abrí la maleta sobre la cama

y descubrí que estaba vacía

y que todo

Todo

se había quedado aquí

dentro

21 de junio de 2009

termodinámica

Sonríes azul con alma de gata y al instante desarmas todos los argumentos secretos, mi pequeña colección de excusas no improvisadas para permanecer un minuto más junto a tu calma salvaje. Con el ritmo sincopado de tus palabras cálidas puedo transportarme a cualquier otro lugar, manteniendo la certeza inquebrantable de que al otro lado siempre encontraré tu mirada y esa especial capacidad para detener o acelerar el tiempo a tu antojo. En la mayoría de las ocasiones es así de sencillo: enciendes la llama y el resto del mundo se queda a oscuras, atrapado en una línea continua que vas dibujando con tu dedo índice. Y como una lluvia interminable vas ocupando todos los huecos sin moverte de la ventana; mientras, yo soy la intermitencia y el cuaderno en blanco, la duda nunca resuelta. Por eso nuestros abrazos siempre tienen algo de eclipse, de tormenta de verano que se desata con un gesto y de repente amaina. Todo tiene la importancia que quieras darle, así que abre el libro por una página al azar y dime la primera frase que veas. Esa será mi excusa favorita hasta mañana.

4 de junio de 2009

cartografía

pero el misterio, el verdadero misterio, está en otra parte. En el instante inmediatamente posterior, cuando ya te has ido pero aún queda tu halo, y puedo releer la huella de tu cuerpo sobre las sábanas y  sentir que todos los diques se rompen ante esa música callada que desprendes. Reconstruir el sueño. Tengo las yemas de los dedos heladas, pero mis manos están ardiendo. Mientras, escucho tus pasos perdiéndose calle abajo, e imagino la sonrisa en tus labios. El pelo agitándose desafiando el viento sur. Cerrando los ojos para evitar que se escape nuestro trocito de vida, alimentándonos las ganas sin fecha de caducidad ni promesas a la vuelta de la esquina. En ese momento toda tu presencia eterna se concentra en un único punto, implosionando en si bemol, y es entonces cuando me siento más cerca del centro. Cuando casi soy capaz de resolver el misterio.

31 de mayo de 2009

heart of gold / heart of glass

Las alegrías y penas son de cartón piedra, y los gestos y las dudas son mentira. Es entonces cuando te encuentro en una esquina del katu o en la puerta del azkena, con distintos rostros, porque todos los rostros tienden a sustituir el recuerdo del tuyo; aunque en realidad no hay más que ausencias mal asumidas y distancias forzadas. Como esa idea absurda de tratar de escalar al monte más alto para poder mantener tu espacio intacto, tras todas las tormentas de arena y las páginas en blanco. El objetivo es no detener jamás la búsqueda, para no descubrir que al otro lado del océano seco no queda nada. Trozos de cristal rotos, esparcidos por el suelo de forma intencionada. Dejando las heridas abiertas con el único objetivo de no repetir los mismos errores. Cuando el secuestrador me ofrezca un canje de corazón, lo aceptaré sin dudarlo. No hay motivos para comportarse como el lobo blanco; no hay tanto que olvidar.

26 de mayo de 2009

perfiles, columnas

Tu pasión por las palabras de cuatro sílabas es tan desconcertante como esa música que parece acompañarnos a cualquier lugar. Un león de papel se despereza sobre una hoja de afeitar en mitad de la avenida y tú me susurras que nunca conseguiremos llegar tan alto, ni aunque tratemos de escalar todas las escaleras mecánicas del metro. Cada noche los sonidos más salvajes se esconden en tu pecho, y todo se convierte en un muro terriblemente frío que nos impide distinguir los afectos de los odios. Al observarnos un poco más de cerca, descubrimos las razones ocultas: perderemos todas las carreras que disputemos en el sprint final, cerrando cada libro que no hayamos leído y vendándonos los ojos para evitar caer en la tentación. Mientras tanto, al caminar vas pisando la sombra de nadie, y eso te hace cada vez más fuerte; todo lo que te golpea te supone un nuevo reto para seguir avanzando. La autopista es infinita al menos por esta noche, y las luces de tu coche no pueden testificar ante un juez. No hay un solo esfuerzo desaprovechado y la llama no va a apagarse. Pero déjame aclararte que ante tu escala de grises prefiero el blanco y negro del amor y su pequeña muerte, los seis grados que intentan separarnos. Es una cuestión de fe en los corazones y cierto optimismo irracional. Pronto llegará la lluvia y entonces no podremos refugiarnos del mundo nunca más: no nos quedará más remedio que mirarnos a los ojos y afrontar que todo lo que ahora somos se habrá desvanecido cuando amanezca.

19 de mayo de 2009

aterrizajes de emergencia

las chicas del Santuario son como pájaros exóticos, bailando y dando vueltas alrededor, mientras yo las miro de reojo y pienso que hoy no estoy en vena, que todo nuestro mundo se basa en que coincidan los momentos y las actitudes. Una balanza infinitamente desproporcionada que nunca consigue alcanzar el equilibrio. Ellas son el rock and roll y yo no acabo de encontrar el ritmo adecuado, los pasos que me acercan o me alejan. Hay una tormenta en la calle y un huracán aquí dentro, todo está a punto de despegar como la casa de Dorothy y después tendremos que buscar la manera de aterrizar sin cinturones de seguridad ni mascarillas de oxígeno. Ellas no son conscientes, o son perfectamente conscientes y disimulan muy bien, tarareando, cantando y riendo. Mientras tanto Mick dice que no puedes conseguir siempre lo que quieres, y el chico del otro lado quiere resultar simpático a toda costa pero no acaba de conseguirlo. Van pasando las horas y las chicas demuestran su incapacidad para las escenas tristes, todo dientes perfectos y ojos que brillan entre las luces y el humo. Hay demasiado tráfico directo y tú y yo estamos cada vez más alejados, al menos ahora ya no puedo escuchar tu voz. No sé si eso es bueno o es malo, pero al menos es algo que no depende de ti, y eso ya marca la diferencia con respecto a las últimas veces.
Al volver hace más frío que antes; el resto del mundo arde y yo estoy helado. Tengo todas las llaves en el bolsillo roto, donde hace un momento estaban las monedas, y la niebla se ha instalado por una temporada. Hay noches en las que no puedes evitar sentirte como el tripulante que sobra en la estación MIR.

11 de mayo de 2009

antes del viaje

Son sólo cuatro segundos. Nos separan como una línea invisible, un cable con el que el protagonista nunca tropieza porque lo ve justo a tiempo. En cambio nosotros nos enredamos y caemos una y otra vez, sabiendo que en ese mismo instante despertaremos. Abrazados. Y la sensación es similar a volver a ponerse en pie tras besar la lona: eres perfectamente consciente de que todo se acabará si permaneces tumbado, pero esa no es la forma. No estamos aquí para quedarnos en el suelo, aunque sin duda todo nos iría mejor. Así que de nuevo huimos del camino fácil, adentrándonos en la espesura del bosque a pesar del olor a humo. Y cuatro segundos después escucho tu voz, y sé que no estás, que hace días que te marchaste, pero me he acostumbrado a conversar con tus sombras: ahora mismo soy incapaz de distinguir si eres tú o yo la ausencia. 

Sonríeme desde el otro lado del precipicio. Sólo así seré capaz de atravesarlo de un salto.

27 de abril de 2009

Pequeño cuento en la botella

Clasificaba todo con dos códigos que sólo ella era capaz de entender: las cosas que le ocurrían tenían siempre nombre de día de la semana, y las emociones eran colores. De esta forma podía organizar, compartimentar fácilmente sus sensaciones como si fuera un archivo infinito y que nadie más pudiera tratar de averiguar lo que sentía. Invisible, y por tanto difícil de dañar. Sus rizos como eternas tomas de tierra rubias, el olor ocre a tabaco reconcentrado en los nudillos, como una seña de identidad reconocible, la mirada a medio camino entre un amanecer de domingo en la playa y una tarde de martes bajo la lluvia de la Gran Vía; la eterna duda hecha miércoles, vagando de un lado para otro. Una vida gris recorrida a base de rectificar los errores y deshacer lo andado hasta dar con la salida del laberinto, para inmediatamente entrar en otro aún más intrincado sin comprender muy bien la razón. Saltando de jueves a lunes sin posibilidad de escape. Los malos consejos, las malas compañías, los malos hábitos. No hubo nada bueno hasta que estuvo contra las cuerdas, acorralada por la imagen difusa y distorsionada que reflejaba en los demás. La niña frágil demasiado cansada como para seguir peleando. Fue por esa época verde mar cuando inventó los códigos, sistemas de referencia para lobos perdidos deseando encontrar un puerto cercano. Y también decidió que ya había tenido bastante de esa vida gris, incapaz de distinguir un día del anterior ni del siguiente. Y que todas las palabras, todas las reflexiones, todas las canciones, sólo eran útiles en la medida en que la obligaban a avanzar. La encontré una noche de sábado rojo, y en sus ojos aún quedaba algo de esa llama antigua, de la mujer ausente que había estado en todas partes y en ninguna. Pero su sonrisa era otra, mucho más terrenal esta vez, y me contó que ya no buscaba anclas ni lastres, sino viento de levante en las velas. Todavía tenía pegada suficiente y aún era capaz correr más rápido que el miedo, así que una mañana cortó los cables, rompió uno por uno todos los espejos cóncavos y convexos y lanzó el calendario por la ventana. No puede recordar qué día de la semana era, pero jura que el sol brillaba más que nunca allá arriba.

20 de abril de 2009

try your wings

Definitivamente eres revolución, un viaje que comienza al romper el día y se desarrolla a medio camino entre el arranque apoteósico de un vals y la seguridad de cristal de un solo de jazz, con la incertidumbre calculada en cada paso. Pronunciar el idioma que habitamos se vuelve cada vez más críptico, más difícil, porque está construido a base de lugares comunes y ausencias paralelas, como un mapa del tesoro imposible de interpretar sin la clave adecuada. Igualo la apuesta y me asomo a tu precipicio sabiendo que desde aquí arriba los problemas se ven pequeñitos, como hormigas desorientadas en el mar de asfalto. Por eso todos nuestros recuerdos son compartidos y nunca hay un motivo para bajar los brazos, todo lo demás es mentira y vamos dando vueltas y más vueltas, recorriendo ciudades y países imaginarios. Si no estás te imagino, te sonrío a cientos de kilómetros y creo que sirve para algo, que todo esto tiene al fin un sentido. Al otro lado de los miedos y las soledades marchitas. Atravesando el espacio y el tiempo para decir “me quedo”.

3 de abril de 2009

i love the sound of you walking away

El hombre de la brújula estropeada siempre tiene la sensación inoportuna, como si se moviera en un huso horario diferente del resto de personas que se cruza por la calle. Bucea a pulmón libre mientras todos saltan en paracaídas, y sobrevuela los tejados cuando ya no queda nadie más en el cielo. Le ocurre lo mismo en el amor, y sus sístoles y diástoles nunca comparten frecuencia, son algo huraños y parecen ese niño asomado a la ventana del patio en la hora del recreo. Por eso se deja tantas cosas olvidadas, cosas importantes, aparcadas en algún rincón cubierto de polvo mientras da vueltas y vueltas sobre sí mismo. Notas en las paredes, papeles pegados en la puerta del frigorífico, con todo lo que debería haber dicho y nunca dijo. No al menos cuando fue necesario hacerlo. Luego se hizo demasiado tarde y amaneció, precisamente cuando él comenzaba a disfrutar de la oscuridad. En este instante, en alguna otra parte del planeta ella escucha en boca de otro todas sus palabras no pronunciadas, pero el hombre de la brújula estropeada no puede dejar de mirar en la dirección equivocada: ha caminado durante demasiado tiempo para acabar descubriendo que más allá no hay nada.

El hombre de la brújula estropeada despertará un día y descubrirá que para orientarse lo único que necesita es escuchar su propia voz. Olvidar voces pasadas. Romper todos los retrovisores. Definitivamente, las estatuas no van a llorar.

18 de marzo de 2009

lobos

El chico atormentado sólo pretende llevarte a su territorio, y tú aún te planteas si es lo que te apetece o prefieres bajarte en la siguiente estación. En cambio, el chico que va a salvar el mundo ya es capaz de montar y desmontar su fusil con los ojos vendados, y en el escaparate de la tienda de la esquina sólo quedan saldos y oportunidades pasadas de moda. Mientras tanto parpadea el semáforo y tiemblas de miedo, pensando que aquel hombre que te mira desde el otro lado de la carretera se va a acercar a ti. A preguntarte la hora. A pedirte fuego, cualquier excusa ridícula. Y luego vuelta a empezar. Y aún hay otro chico más, que sonríe sin motivo y sólo espera, fuma a solas y espera, a que llegue la última hora y todos los demás se hayan cansado de la música. Si tuviera que prestarte un consejo trataría de darte todo lo necesario para no depender de este tipo de circunstancias. Te enseñaría que la mayoría de los chicos atormentados son sólo lobos con piel de cordero, e intentaría hacerte comprender que, en el fondo, tiene más mérito crear de la nada que intentar reproducir maneras y gestos. Pero no le des muchas más vueltas, ni busques segundas lecturas: al fin y al cabo hace tiempo que las nubes se fueron y estoy demasiado al sur de todos los mapas.
yo soy un arrecife seco en mitad del desierto,
y tú la flor que crece desnuda entre las rocas.

11 de marzo de 2009

el tiempo es un efecto fugaz

Suena la canción con la que el autobús entraba en tu ciudad en aquel mes de julio; era incapaz de imaginar lo que iba a encontrar. Y la magia dispara la memoria, recuerdo el recuerdo inventado de tu tacto antes incluso de conocerte. Los prontos se acumulan, y pienso en la densidad de determinados abrazos, en cómo un amigo se agarra a ti al sentir que está cerca uno de esos momentos que nadie desea atravesar. Volver de una guerra sintiendo que te van a enviar a otra. Las expectativas desechas, un hilo verde arrastrado entre las piedras. Todo se mezcla con los primeros compases, y no hay un motor más potente en este mundo. Un bono de diez viajes para la zona 1, las monedas equivocadas y una hoja seca que se desprende de un árbol para caer en tu regazo. No hay abrazos como los tuyos, de eso no tengo ninguna duda. Y sólo necesito sentarme al piano para pintarte de nuevo, como el primer día, frente al café central, la gente que nos miraba al pasar y todas las emociones al borde de la piel. Llevo todo eso y mucho más en la punta de los dedos, y tú almacenas nuestra historia en un lunar concreto de tu mano derecha. Así que no podemos caer, hay un nosotros que late escondido en el lugar en el que las personas que nos hacen daño nunca se atreverían a mirar.

26 de febrero de 2009

el rincón vacío

cuando pretendía tapiar las ventanas
el sol me abrió los ojos de repente
y cuando intenté escalar la montaña sagrada
descubrí que en realidad no hay nada al otro lado
tan sólo la sensación efímera
de haber cerrado el libro definitivamente
pero de sensaciones no se sobrevive
la ciudad está envuelta en llamas
y soy incapaz de descolgar el teléfono
ni de dejar correr las lágrimas arroyo abajo
sonrío al chico que hojea distraído el periódico
e intercambio cuatro frases huecas
con el conductor del autobús que me acerca a casa
abrazos y palabras, armónicas y hojas en blanco
desperdigadas como en un bosque secreto
una canción que se repite mil veces
la certeza
de que las cosas pueden ser diferentes
es todo lo que necesito para llegar al viernes
entonces aunque sea el último en descubrirlo
todo encajará
como encaja tu sombra desnuda en la pared verde

algunos días nacen como hojas de cuchillo
pero deciden ir a morir junto al mar

23 de febrero de 2009

La hija de Keith un domingo por la mañana

Subo al tren corriendo, cargando con la maleta y esquivando a gente que duerme tumbada en el pasillo. Van a seguir ahí hasta que el tren se pare, tal vez también cuando comience el viaje en sentido contrario. Disfraces destrozados por todas partes, es una mezcla entre carnaval y un campo de batalla. Soy uno de los pocos que encuentran asiento libre, junto a un chico con la cara pintada de verde y frente a dos chicas que no han dormido. Van disfrazadas de Ron y Keith, con pantalones y chaquetas de cuero, guitarras de cartón. La que está sentada junto a la ventanilla todavía lleva la peluca puesta, y se le ha roto el mástil de la guitarra. La otra chica incluso se parece un poco a las hijas de Keith, esas chicas rubias, flacas y de ojos azules que aparecen de vez en cuando en desfiles y conciertos. Me pide perdón cada vez que nuestras piernas tropiezan, aunque ya le he dicho que no importa, el vagón está lleno de voces en distintos idiomas y de vez en cuando pasa un encargado de seguridad, supervisando el caos. En realidad no hay mucho que hacer. Entonces sacan la cámara y me preguntan si les puedo hacer una foto. Asiento con la cabeza, y cuando miro por el objetivo, me doy cuenta de que la chica de los ojos azules no me mira a mí, ni siquiera está atenta a lo que le rodea. Es evidente que está a muchos kilómetros y a muchos días de distancia de ese tren que traquetea y se estremece en cada curva. Cuando aparto la vista del objetivo para revisar la fotografía, está allí de nuevo, sonriendo con su amiga y con cara de sueño. Pero al volver a mirar, sucede otra vez. Parpadea despacio, como si nada de lo que ocurre le afectara. Es de esa clase de personas con las que tienen la sensación de que miran a un punto que está detrás de tus ojos, como si tuviera la capacidad de atravesarte. Sin embargo, en todas las fotografías aparece como lo que es, una chica que vuelve de fiesta. Después de las casi dos horas de viaje nos bajamos en la misma parada, en la última, pero en cuanto pongo un pie en el andén las pierdo de vista entre la gente. No llevaban equipaje y hay demasiadas prisas y carreras, es imposible. Mientras subo por las escaleras mecánicas pienso en cómo somos capaces de jugar con la realidad de forma involuntaria: el tiempo se dilata donde antes se contraía y las caras y los gestos se difuminan. Todo parece mucho menos físico después de la chica del tren.

13 de febrero de 2009

Comply Or Die

Puede ser el instante inmediatamente anterior o inmediatamente posterior a ser disparado, una explosión de luz y después sientes como si la sangre que corre por tus venas se hubiera congelado hace tiempo y ya nada tiene más importancia, lo único que importa es que estás observando la película desde fuera mientras ruedas por el suelo y justo después la cámara centra su atención en cualquier otra parte. Y a medida que el humo se vuelve más denso piensas cuál de todas las infinitas permutaciones de palabras que una persona puede crear fue la que consiguió que ella sonriera, que se fijara en ti, aquella primera noche sobre la Tierra. Imaginas por un momento tener toda esa historia entre las manos: los recuerdos, los versos perdidos, las sensaciones inatrapables. Y qué hacer con las sombras y los retales, esa canción que intenta contrarrestar todo lo demás, rebotando con un sonido afilado y metálico en tus pulmones. Para qué atravesamos el desierto, si al otro lado sólo nos esperan un espejo desnudo y una taza vacía. Cada bifurcación nos empuja irremediablemente un poco más hacia una línea pintada en el suelo. Puede que sea la que estábamos buscando, pero en estos días te sientes como si todos los desvíos te llevaran a la casilla de inicio, y fueras el único jinete en el Gran Nacional.

31 de enero de 2009

la profesora de francés

Tienes la edad de mi hermano. Sin embargo, cuando quiero imaginarte te compongo a partir de esbozos de rostros pasados, de frases ya dichas, como un rompecabezas que me completara sin ningún motivo aparente. Y ahora tengo claro que no puedes recorrer el camino conociendo de antemano que tiene un final; no puedes crecer sabiendo con exactitud el día de tu muerte. Las historias sólo mantienen le pulso que nosotros queramos marcar, a pesar de todas las fuerzas que nos empujan en el sentido contrario. Podemos pisar los pedales sin tocar las teclas, dejar que la música suene únicamente en nuestras cabezas, y entonces la belleza será tal y como la dibujamos. Pero no será real. Hay un componente de lucha, de volver a levantarse tras hincar las rodillas en el barro. Sin ese aspecto todo tiene fecha de caducidad, y sin duda eso es lo peor que le puede pasar a tu corazón. No reserves una bola extra para cuando lleguen las noches de invierno; arriesga cada soplo de aire para alcanzar la orilla. Y que cada palabra que pronuncies se vuelva en tu contra como la lluvia, para que seas plenamente consciente de que este viaje verdaderamente merece la pena.

18 de enero de 2009

take a sad song

Empezamos a cantar y todos se unieron, como si fuera lo más natural del mundo. Y salimos del bar abrazados, sin asustarnos del frío ni de la hora, porque realmente no había nada que perder: todos los poemas aprendidos se habían ido destiñendo, deshilachando en la memoria como ropa tendida al sol al comienzo del verano. Y ahora teníamos la bendita obligación de reescribir cada sentimiento, cada soplo de vida colándose por el cuello de la camisa y jugueteando entre las mesas. Cuando decíamos "no puede faltar" nos referíamos a algo mucho más profundo de lo que se podía ver, algo intangible e impagable. No había acordes ni diccionarios suficientes: caminábamos por la calle sin preocuparnos por decidir un destino, embriagados de amistad, en ese blanco y negro brillante de las películas de Wilder. Nada más simple, nos repetíamos: todavía es pronto y estamos juntos, hay mucho que celebrar, mil historias que poner en común y contar una y otra vez, siempre lo mismo pero nunca igual. Como una bola de nieve colina abajo. Y sonreíamos constantemente, sin necesitar una razón. Las agujas inflexibles del tiempo y el espacio no nos iban a derribar tan fácilmente, porque al menos durante ese momento lo podíamos todo.

14 de enero de 2009

dorian

Si repites una mentira mil veces, acabará convirtiéndose en la verdad; al menos, en lo que la verdad supone para ti. Mientras, continúas girando a oscuras en el carrusel de la noche del viernes y la noche del sábado. En la insonoridad de cada boca que te sonríe y en el fondo de los ojos que te miran. Destilas cada instante exprimiendo hasta la última gota, en un sueño que no termina, pisando todas las trampas y saltando sobre los charcos. Pero no existe el elixir secreto para que el corazón deje de doler, tan sólo el tiempo cura. Y el amor evoluciona, porque está vivo; lo que no se transforma acaba muriendo. Sólo espero que saques algo en claro cuando encuentres la salida, que seas capaz de mirar hacia atrás y reconocerte en todos los vacíos que vas ocupando, habitando. Deseo que por lo menos el viaje de vuelta te resulte agradable.

6 de enero de 2009

si has llegado hasta aquí, ya conoces el truco

El mar verde que nos separa es incapaz de entender nuestro idioma, porque siempre es mucho más sencillo quedarse dormido sobre la arena que alcanzar durante un segundo tu sonrisa para perderla de vista otra vez. No le temo al castigo, dejo que me rocen todas las espinas; camino sin esquivar ningún disparo y me pierdo entre la gente que suspira por ti, penitentes en la procesión de tu regreso. Mi techo es tu paladar, tejido de mundo y restos de temporada, mi mapa son las líneas de tu mano que nunca encajaron con las mías, y reconozco eclipses de luna desde aquella tarde persiguiendo nuestras sombras calle abajo, a la vuelta de la esquina. Las señales en el borde de tus dedos y las luces de colores que parpadean entre las ramas de los árboles. Cierro los ojos y puedo recomponer cada paso de baile. Tú y yo somos los puntos discontinuos que indican el principio y el final de un recorrido circular e inabarcable. La suma de infinitos momentos que nos une está construida con palabras, música y barro. Por eso siempre que tengo sed hay un rincón en el que te encuentro: como una brújula imperfecta, todas las cicatrices mueren en tu pelo.