28 de diciembre de 2010

caracolas y caricias

Caracolas y caricias se enredan en tu vientre
como retazos de una playa que hoy nos pertenece.
De pie frente al mar, en silencio,
descalza y con tu abrigo gris,
sabiendo que te observo desde la arena.
Hay una única nube en el cielo, testigo mudo de la escena,
pero el viento aquí es frío
y nos envuelve como en una noria.
Pronto subirá la marea,
te girarás sonriendo
y entonces el tiempo se detendrá de nuevo
para permitirnos abrazar la sal a ciegas,
beber el aire seco
que nos brinda una tregua inoportuna.
Tal vez aproveche el momento
para intentar devolverte en un descuido
alguno de esos besos
largos
que te debo.

10 de diciembre de 2010

chi mi difenderà dal tuo bel volto

pero siempre prefiero volver, siempre decido quedarme a tu lado, un paso por detrás tal vez, aunque hay días en los que no puedo evitar vernos en los extremos de una balanza: con un poco más por tu lado o por el mío se desequilibra nuestro abrazo, y los platos acaban en el suelo; parecemos siempre a punto de hacer coincidir los momentos, pero resulta terriblemente arbitraria la forma de movernos, girando alrededor de algo que tenemos cada vez más cerca, subidos a un carrusel en espiral. A pesar de los giros y los tiempos discontinuos, o precisamente por esa colección de motivos desubicados, todo cuanto hacemos está orientado a encontrarnos, bailando en la misma baldosa, tarde o temprano. Por eso no me hago sangre cuando te sé lejos: porque antes lo estuve yo, y ahora no tengo ninguna intención de demandarte nada, de exigirte nada. Sencillamente no funcionamos así. En cambio sí que siento a menudo la necesidad, el impulso, de ir donde estés y hacerte sonreír, cuidar de cada momento compartido para que no te vuelvas a asomar al borde, que todo lo bueno se queda siempre de este lado, del lado que habitas. Y los instantes son tan efímeros, pero dejan una semilla tan grande, que resulta casi imposible plasmarlos, tratar de atraparlos, de compartirlos con alguien que no entienda nuestro idioma, ese sistema compatible indeterminado que componemos cada vez que estamos cerca, cada vez que nos besamos y llueve afuera.
(cuando cruzamos la alameda me apretaba contra ti, como si fueras a echar a volar de un momento a otro)