28 de abril de 2008

página no encontrada

Las canciones de desamor bombardean los corazones con la textura de la lluvia ácida, disolviendo las horas en punto y descomponiendo cada átomo de verdad que tratamos de conservar. No nos quedan cuentas pendientes, y tal vez por eso corremos en todas direcciones y en ninguna, intentando acumular el mayor número posible de desengaños para que cuando lleguemos a la meta nos entreguen una guillotina oxidada como premio de consolación. Arden las noches ahí fuera y empiezan a borrarse nuestros pasos en la arena, ya no guardo ni las cenizas de los puentes que quemamos juntos, tú desde tu orilla y yo desde la mía; en la última limpieza y desinfección desapareciste sin más, así que créeme, si me buscas no vas a ser capaz de encontrarme. Cierra la llave de paso y deja todo lo que no te sirva del otro lado, porque no hay suficientes tarjetas de presentación y las balas de plata sólo te serán de utilidad en las noches de luna llena.
Puedes confiar en cualquiera que te invite a una cerveza, pero si quieres ver amanecer, entrega tu sonrisa únicamente a quien esté dispuesto a asumir el precio.

11 de abril de 2008

fuego amigo

Quieres darme consejos, pero siempre terminan volviéndose amenazas. Al fin y al cabo, eres siempre el primero en salir corriendo al escuchar las sirenas, y conoces perfectamente cuáles son las piedras que indican el camino y no deben ser arrojadas. Decidiendo cuándo volar, cuándo respirar; recuerdas lo que no puedes hacer pero has olvidado que también ellos buscan algo de ti cuando las luces se apagan. Las constelaciones parpadean hacia el norte y siempre creíste que eras el único capaz de interpretar esas pequeñas señales; ahora conoces la entrada principal y el callejón de atrás, no hay más sombras ahí fuera que dentro de tu cabeza y tienes muy claro que las escaleras bajan hasta el sótano pero no se detienen ahí, siguen descendiendo a la espera de que tomes una decisión. De que cierres los ojos, respires hondo y comiences a chapotear para mantenerte a flote. Puedes descartar las opciones correctas y quedarte sólo con las sábanas colgadas y el barro en los zapatos, pero no pretendas que nadie venga a ocupar tu lugar cuando te quedes dormido: en eso sí consigues ser genuino. Sonríe. Dispara. Antes de ser un ángel deberías aprender a borrar tus huellas.