Las canciones de desamor bombardean los corazones con la textura de la lluvia ácida, disolviendo las horas en punto y descomponiendo cada átomo de verdad que tratamos de conservar. No nos quedan cuentas pendientes, y tal vez por eso corremos en todas direcciones y en ninguna, intentando acumular el mayor número posible de desengaños para que cuando lleguemos a la meta nos entreguen una guillotina oxidada como premio de consolación. Arden las noches ahí fuera y empiezan a borrarse nuestros pasos en la arena, ya no guardo ni las cenizas de los puentes que quemamos juntos, tú desde tu orilla y yo desde la mía; en la última limpieza y desinfección desapareciste sin más, así que créeme, si me buscas no vas a ser capaz de encontrarme. Cierra la llave de paso y deja todo lo que no te sirva del otro lado, porque no hay suficientes tarjetas de presentación y las balas de plata sólo te serán de utilidad en las noches de luna llena.
Puedes confiar en cualquiera que te invite a una cerveza, pero si quieres ver amanecer, entrega tu sonrisa únicamente a quien esté dispuesto a asumir el precio.