31 de mayo de 2009

heart of gold / heart of glass

Las alegrías y penas son de cartón piedra, y los gestos y las dudas son mentira. Es entonces cuando te encuentro en una esquina del katu o en la puerta del azkena, con distintos rostros, porque todos los rostros tienden a sustituir el recuerdo del tuyo; aunque en realidad no hay más que ausencias mal asumidas y distancias forzadas. Como esa idea absurda de tratar de escalar al monte más alto para poder mantener tu espacio intacto, tras todas las tormentas de arena y las páginas en blanco. El objetivo es no detener jamás la búsqueda, para no descubrir que al otro lado del océano seco no queda nada. Trozos de cristal rotos, esparcidos por el suelo de forma intencionada. Dejando las heridas abiertas con el único objetivo de no repetir los mismos errores. Cuando el secuestrador me ofrezca un canje de corazón, lo aceptaré sin dudarlo. No hay motivos para comportarse como el lobo blanco; no hay tanto que olvidar.

26 de mayo de 2009

perfiles, columnas

Tu pasión por las palabras de cuatro sílabas es tan desconcertante como esa música que parece acompañarnos a cualquier lugar. Un león de papel se despereza sobre una hoja de afeitar en mitad de la avenida y tú me susurras que nunca conseguiremos llegar tan alto, ni aunque tratemos de escalar todas las escaleras mecánicas del metro. Cada noche los sonidos más salvajes se esconden en tu pecho, y todo se convierte en un muro terriblemente frío que nos impide distinguir los afectos de los odios. Al observarnos un poco más de cerca, descubrimos las razones ocultas: perderemos todas las carreras que disputemos en el sprint final, cerrando cada libro que no hayamos leído y vendándonos los ojos para evitar caer en la tentación. Mientras tanto, al caminar vas pisando la sombra de nadie, y eso te hace cada vez más fuerte; todo lo que te golpea te supone un nuevo reto para seguir avanzando. La autopista es infinita al menos por esta noche, y las luces de tu coche no pueden testificar ante un juez. No hay un solo esfuerzo desaprovechado y la llama no va a apagarse. Pero déjame aclararte que ante tu escala de grises prefiero el blanco y negro del amor y su pequeña muerte, los seis grados que intentan separarnos. Es una cuestión de fe en los corazones y cierto optimismo irracional. Pronto llegará la lluvia y entonces no podremos refugiarnos del mundo nunca más: no nos quedará más remedio que mirarnos a los ojos y afrontar que todo lo que ahora somos se habrá desvanecido cuando amanezca.

19 de mayo de 2009

aterrizajes de emergencia

las chicas del Santuario son como pájaros exóticos, bailando y dando vueltas alrededor, mientras yo las miro de reojo y pienso que hoy no estoy en vena, que todo nuestro mundo se basa en que coincidan los momentos y las actitudes. Una balanza infinitamente desproporcionada que nunca consigue alcanzar el equilibrio. Ellas son el rock and roll y yo no acabo de encontrar el ritmo adecuado, los pasos que me acercan o me alejan. Hay una tormenta en la calle y un huracán aquí dentro, todo está a punto de despegar como la casa de Dorothy y después tendremos que buscar la manera de aterrizar sin cinturones de seguridad ni mascarillas de oxígeno. Ellas no son conscientes, o son perfectamente conscientes y disimulan muy bien, tarareando, cantando y riendo. Mientras tanto Mick dice que no puedes conseguir siempre lo que quieres, y el chico del otro lado quiere resultar simpático a toda costa pero no acaba de conseguirlo. Van pasando las horas y las chicas demuestran su incapacidad para las escenas tristes, todo dientes perfectos y ojos que brillan entre las luces y el humo. Hay demasiado tráfico directo y tú y yo estamos cada vez más alejados, al menos ahora ya no puedo escuchar tu voz. No sé si eso es bueno o es malo, pero al menos es algo que no depende de ti, y eso ya marca la diferencia con respecto a las últimas veces.
Al volver hace más frío que antes; el resto del mundo arde y yo estoy helado. Tengo todas las llaves en el bolsillo roto, donde hace un momento estaban las monedas, y la niebla se ha instalado por una temporada. Hay noches en las que no puedes evitar sentirte como el tripulante que sobra en la estación MIR.

11 de mayo de 2009

antes del viaje

Son sólo cuatro segundos. Nos separan como una línea invisible, un cable con el que el protagonista nunca tropieza porque lo ve justo a tiempo. En cambio nosotros nos enredamos y caemos una y otra vez, sabiendo que en ese mismo instante despertaremos. Abrazados. Y la sensación es similar a volver a ponerse en pie tras besar la lona: eres perfectamente consciente de que todo se acabará si permaneces tumbado, pero esa no es la forma. No estamos aquí para quedarnos en el suelo, aunque sin duda todo nos iría mejor. Así que de nuevo huimos del camino fácil, adentrándonos en la espesura del bosque a pesar del olor a humo. Y cuatro segundos después escucho tu voz, y sé que no estás, que hace días que te marchaste, pero me he acostumbrado a conversar con tus sombras: ahora mismo soy incapaz de distinguir si eres tú o yo la ausencia. 

Sonríeme desde el otro lado del precipicio. Sólo así seré capaz de atravesarlo de un salto.