27 de abril de 2004

Equivocaciones, reparaciones

Diluyo mis probabilidades de error en buzones sin señas, y el pie de las escaleras está repleto de colillas; intento rellenar con lluvia los agujeros de la goma de borrar y vuelves a aparecer como el hambre o el sueño. Tu cara despeinada me da los buenos días, y tu voz me sabe a ceniza y a pan. Se agotaron las camisetas en el taller de la esquina, y sonríes en tu rincón al escucharme nombrarte. Las alarmas de incendios se alimentan de la duda y del miedo, como nuestras ganas de oler la arena, o esa forma de agitar la pierna izquierda cuando estás sentada. He perdido la cuenta de las veces que te he encontrado, aunque nunca nos quitemos el antifaz. En diez minutos entro en clase y buscaré una mesa en tus antípodas, para creerte en la distancia como un satélite: hoy no tengo ninguna prisa por romper los hechizos.

21 de abril de 2004

Rosas congeladas

Nos cansan las relaciones con ventanillas de banco como intermediarias, donde dar y recibir simultáneamente es tan difícil como huir por salidas de emergencia sin señalizar. Los desayunos en cafeterías con hilo musical nos roban las ganas de saltar la banca, y el humo de cien cigarrillos ensombrece la noche en las jugueterías de alquiler. Tenemos la sensación de que todo es demasiado complicado, y a menudo nos equivocamos. Borrar de la memoria el pomo de la puerta y la persiana bajada supone enfrentarse al espejo. Somos ladrones de sensaciones incompletas, recibiendo disparos que nunca pedimos: soltar el extremo del hilo sería nuestra condena.

16 de abril de 2004

Caligrafía imposible y Jung

Borro las penas con tinta porteña, y recojo los pedazos sonriendo a golpe de 3 por 4. Mantengo conversaciones con las grietas de las paredes, y olvido recordar las noches de círculos concéntricos: hace tiempo descubrí la geometría escondida entre las páginas de tus libros. No nos piden el pasaporte para entrar en nuestro charco de lluvia, saben que somos ceniceros sin utilizar. Intercambio negativos de fotografías veladas con las hormigas de la escalera, imagino infiernos y huellas de pisadas en la nieve. Con un pedazo de tu ausencia tengo material para varios sueños, pero prefiero el tacto de tus mariposas en la frente. Puedes utilizar mi silencio como llavero, ahora que se descongelan las estatuas de tu plaza.

13 de abril de 2004

Secretos en el fondo del mar

Esta tarde de abril desconocido traigo olor a jabón de gasolinera y texturas de papel maché. Veo cajas de cartón apiladas y albaranes sin firmar en la ciudad de los veinte nombres, donde jugamos a escondernos sin mapas ni calendarios. El teléfono comunica cuando busco tu mano al otro lado de las reuniones de negocios y los patios interiores mal iluminados, y caducaron los besos de plástico con que firmé postales sin destino, sentencias fugaces. Ofréceme menos que cero, una coraza de marfil, el mismo bar, la vida de cristal, ahora que encontré el perfume que lleva al dolor. Para despertarme necesito la caja de herramientas ausente de las cosas, el cuello de tu camisa blanca, el cuaderno de tapas verdes que guardo bajo tu almohada.

5 de abril de 2004

Dónde dibujar la línea

Tu facilidad para sonreír es el mejor antídoto contra las mordeduras que nos da la realidad desde sus rincones llenos de polvo. Abres los frascos de especias que guardo en la estantería más alta, recorres el pasillo mirándolo todo por primera vez, y esparces por el suelo del salón cajas de música y galletas rotas. Te quitas y te pones las gafas o juegas con la cinta de tu pelo para mantener las manos ocupadas. Me regalas una manta para las tardes frías y una respiración cuando lees por encima de mi hombro. Quiero grabar cada instante de vida que transformas sólo porque estás aquí, y yo estoy a tu lado. Es así de sencillo: estás aquí, y yo estoy a tu lado.