31 de enero de 2009

la profesora de francés

Tienes la edad de mi hermano. Sin embargo, cuando quiero imaginarte te compongo a partir de esbozos de rostros pasados, de frases ya dichas, como un rompecabezas que me completara sin ningún motivo aparente. Y ahora tengo claro que no puedes recorrer el camino conociendo de antemano que tiene un final; no puedes crecer sabiendo con exactitud el día de tu muerte. Las historias sólo mantienen le pulso que nosotros queramos marcar, a pesar de todas las fuerzas que nos empujan en el sentido contrario. Podemos pisar los pedales sin tocar las teclas, dejar que la música suene únicamente en nuestras cabezas, y entonces la belleza será tal y como la dibujamos. Pero no será real. Hay un componente de lucha, de volver a levantarse tras hincar las rodillas en el barro. Sin ese aspecto todo tiene fecha de caducidad, y sin duda eso es lo peor que le puede pasar a tu corazón. No reserves una bola extra para cuando lleguen las noches de invierno; arriesga cada soplo de aire para alcanzar la orilla. Y que cada palabra que pronuncies se vuelva en tu contra como la lluvia, para que seas plenamente consciente de que este viaje verdaderamente merece la pena.

18 de enero de 2009

take a sad song

Empezamos a cantar y todos se unieron, como si fuera lo más natural del mundo. Y salimos del bar abrazados, sin asustarnos del frío ni de la hora, porque realmente no había nada que perder: todos los poemas aprendidos se habían ido destiñendo, deshilachando en la memoria como ropa tendida al sol al comienzo del verano. Y ahora teníamos la bendita obligación de reescribir cada sentimiento, cada soplo de vida colándose por el cuello de la camisa y jugueteando entre las mesas. Cuando decíamos "no puede faltar" nos referíamos a algo mucho más profundo de lo que se podía ver, algo intangible e impagable. No había acordes ni diccionarios suficientes: caminábamos por la calle sin preocuparnos por decidir un destino, embriagados de amistad, en ese blanco y negro brillante de las películas de Wilder. Nada más simple, nos repetíamos: todavía es pronto y estamos juntos, hay mucho que celebrar, mil historias que poner en común y contar una y otra vez, siempre lo mismo pero nunca igual. Como una bola de nieve colina abajo. Y sonreíamos constantemente, sin necesitar una razón. Las agujas inflexibles del tiempo y el espacio no nos iban a derribar tan fácilmente, porque al menos durante ese momento lo podíamos todo.

14 de enero de 2009

dorian

Si repites una mentira mil veces, acabará convirtiéndose en la verdad; al menos, en lo que la verdad supone para ti. Mientras, continúas girando a oscuras en el carrusel de la noche del viernes y la noche del sábado. En la insonoridad de cada boca que te sonríe y en el fondo de los ojos que te miran. Destilas cada instante exprimiendo hasta la última gota, en un sueño que no termina, pisando todas las trampas y saltando sobre los charcos. Pero no existe el elixir secreto para que el corazón deje de doler, tan sólo el tiempo cura. Y el amor evoluciona, porque está vivo; lo que no se transforma acaba muriendo. Sólo espero que saques algo en claro cuando encuentres la salida, que seas capaz de mirar hacia atrás y reconocerte en todos los vacíos que vas ocupando, habitando. Deseo que por lo menos el viaje de vuelta te resulte agradable.

6 de enero de 2009

si has llegado hasta aquí, ya conoces el truco

El mar verde que nos separa es incapaz de entender nuestro idioma, porque siempre es mucho más sencillo quedarse dormido sobre la arena que alcanzar durante un segundo tu sonrisa para perderla de vista otra vez. No le temo al castigo, dejo que me rocen todas las espinas; camino sin esquivar ningún disparo y me pierdo entre la gente que suspira por ti, penitentes en la procesión de tu regreso. Mi techo es tu paladar, tejido de mundo y restos de temporada, mi mapa son las líneas de tu mano que nunca encajaron con las mías, y reconozco eclipses de luna desde aquella tarde persiguiendo nuestras sombras calle abajo, a la vuelta de la esquina. Las señales en el borde de tus dedos y las luces de colores que parpadean entre las ramas de los árboles. Cierro los ojos y puedo recomponer cada paso de baile. Tú y yo somos los puntos discontinuos que indican el principio y el final de un recorrido circular e inabarcable. La suma de infinitos momentos que nos une está construida con palabras, música y barro. Por eso siempre que tengo sed hay un rincón en el que te encuentro: como una brújula imperfecta, todas las cicatrices mueren en tu pelo.