haciéndome sentir como el peor lanzador de cuchillos del mundo, mientras se deshilacha el inventario de las oportunidades que cayeron por la borda cuando se desató la tempestad. Todas las mañanas se vuelven trampa en cuanto doblo tu esquina, y ya no quedan mapas del tesoro que consigan alejarse de tu reflejo distorsionado. Como si en la puerta de cada bar me encontrara tu fantasma, encendiéndote un cigarrillo con ese gesto tan propio en un intento furtivo por atrapar la luz de tus ojos. Alcanzaré la costa al amanecer, echando al fuego todos los restos de temporada: los poemas del hierro y del vino, aquellas chicas que bailaban y reían esperando a que nos acercáramos. Calmé mi sed con tus lágrimas de papel, pero cuando te busqué para darte las gracias ya te habías enterrado en una historia de ésas que me solías contar. Estoy contra las cuerdas y ni siquiera ha empezado el combate.
6 comentarios:
Mírala fijamente con la toalla en los hombros.
creo que la mayoria aunque viesen esa escena apostarian por ti.
Tres vueltas de esquina hacia delante se volverán a ver sin presentirse, y extraviarán las llaves como diciendo adiós con el penúltimo asombro de la tarde, pero eso aún no lo saben y giran como trompos ciegos a punto de caerse, envueltos en un rumor opaco de aguas tardías, con las manos abiertas y el corazón cerrado, tan cerca que podrían deslizarse de puntillas sobre los sueños ajenos, tan irreales que acaban de rozarse y no se han dado cuenta.
Hay ausencias interminables, presencias inútiles y todo lo demás es creer que se mata el tiempo cuando es todo lo contrario...
Pero ya lo dijo un poeta "A nadie le importa lo de otras gentes...
Me da la impresión de que no es que esquive tus puñales, lo que pasa es que no se sabe estarse quieta. Sólo le alcanzan las puñaladas traperas.
Preciso. Precioso.
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