¿Qué es lo que me mantiene en pie?
El fuego. La forma mágica en que seis cuerdas pueden arrancarme una sonrisa o partirme por la mitad. La extraña luz iluminando las aceras al volver a casa el sábado; saber quién permanece cuando el agua ya cubre las rodillas. Los corazones que siguen latiendo bajo los escombros con ese misterioso ritmo irrepetible. La voz-espejo de Bob en don´t think twice. El sonido de los vasos al chocar, ahuyentando todas las alternativas a fantasmas y recuerdos tristes. La sensación de alivio que recorre como pétalos mis venas cuando escucho alejarse la tormenta y celebro que sí, que esta vez he logrado sobrevivir. El brillo en la mirada de alguien que no me conoce pero sonríe al cruzarnos por la calle. Un puñado de fotos de la infancia que aparecen por arte de magia, nadie sabe muy bien de dónde, pero que tienen el mismo efecto que una autopista hacia el sur. Aún conservo la energía de aquellos momentos; después el mundo se vino abajo y tuvimos que inventar nuevas escaleras de incendios como esta. Caballos negros galopando sobre la orilla de cualquier playa en un rincón del continente. El último verso de culminación del dolor. El silencio denso y metálico un instante antes de echar a correr bajo la lluvia, que cae fría, seca sobre los hombros desnudos. Sentirme acompañado, vivo. Llegar, y después permanecer; por ese orden.