cuando pretendía tapiar las ventanas
el sol me abrió los ojos de repente
y cuando intenté escalar la montaña sagrada
descubrí que en realidad no hay nada al otro lado
tan sólo la sensación efímera
de haber cerrado el libro definitivamente
pero de sensaciones no se sobrevive
la ciudad está envuelta en llamas
y soy incapaz de descolgar el teléfono
ni de dejar correr las lágrimas arroyo abajo
sonrío al chico que hojea distraído el periódico
e intercambio cuatro frases huecas
con el conductor del autobús que me acerca a casa
abrazos y palabras, armónicas y hojas en blanco
desperdigadas como en un bosque secreto
una canción que se repite mil veces
la certeza
de que las cosas pueden ser diferentes
es todo lo que necesito para llegar al viernes
entonces aunque sea el último en descubrirlo
todo encajará
como encaja tu sombra desnuda en la pared verde
algunos días nacen como hojas de cuchillo
pero deciden ir a morir junto al mar
3 comentarios:
me ha dejado en una agradable (seguro?) sensación sin palabras.
Vaya Jesús.. sabes, veo este relato diferente a lo que sueles escribir, no sé, es como si hablaras hoy de ti por primera vez después de tanto tiempo..pero vamos, no deja de ser tan interesante como siempre.
Como se suele decir, después de esa sensación vivida..o después de tener esas sensaciones, mañana saldrá el sol.
Besos;)
Me gusta.
Gracias por dejar que lo veamos.
Y por recordarnos que los días nacen y mueren. Intermitentemente. Gracias al Mar.
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