El problema es
volver del fin del mundo
sin una buena respuesta que darte,
no saber a quién olvidar primero,
ni si perdonar nos hace más débiles.
El conflicto
es la incapacidad para entender el movimiento de las mareas,
las migraciones de los pájaros
y los sedimentos en la cuenca del río.
El riesgo
es el otoño que llega con retraso,
los nudos imposibles de deshacer
los abrazos que se eternizan
y todas esas pavesas empiezan a convertirse
en esta fina lluvia que te moja despacio,
como alfileres diminutos sobre tu corazón.