15 de febrero de 2007

escala en tonos mayores

me detuve en una llanura
junto a la corva de tu rodilla izquierda
y desde allí contemplé el paisaje:
todas las sombras
que antes nos enseñaban los colmillos
ahora se escondían y murmuraban excusas
no pretendíamos cambiar nada
tan sólo no tener que encoger el alma
al mirar por el retrovisor
como sumergirnos en el agua poco a poco
y cuando volvíamos a la superficie
todo a nuestro alrededor se había difuminado
víctima de nuestro abrazo impermeable
piensa por un momento
para pintar nuestra historia
sólo necesitamos tus manos y las mías
ni personajes secundarios
ni decorados
ni focos alumbrándonos
incluso cuando el cielo se volvió negro
y la lluvia nos borraba las ganas de ser
siempre fue así,
los demás son estados carenciales:
un pentagrama para el fa y otro para el sol.

5 de febrero de 2007

borrascas y anticiclones

“Disfrutemos del paisaje”, decías, “no hay prisa por llegar”, y también, “espero que tengas un armario grande, no habría espacio para tantos fantasmas”. Mientras tanto, abrías dos botellines y me pasabas uno con la mano izquierda mientras con la derecha deshacías mil nudos que habíamos dejado olvidados. El sol nos calentaba y entrecerraba tus ojos, como las cortinas de un escenario en el que siempre había actuación. En momentos así echaba en falta una buena respuesta, habitualmente aparecían varias horas después y ya no merecía la pena, nada tenía demasiado sentido. Supongo que es una sensación común, me refiero a que no me arrepiento de ninguno de los caminos escogidos, pero reconozco que habría sido al menos interesante haber tomadio un par de decisiones cuando las cosas empezaron a torcerse, y hoy en día ya casi nadie se ata al mástil cuando aparecen las sirenas. Así que a veces cierro los ojos y me traslado a otros lugares, otras situaciones: en un contexto diferente posiblemente compartiríamos frecuencia de resonancia, girando en la misma órbita; ahora nos tenemos que conformar con solsticios y equinoccios, fechas que apuntar y un cajón cargado de recuerdos. Y sabes, tenías razón, no es lo bastante grande y estás un poco por ahí, debajo de la almohada o en el surco redondo de un vaso de cerveza. Ahora eres más niebla que lluvia, no sé muy bien si es mejor o peor, de todas formas aquí no abundan los días soleados.