En el coche, si estás tú,
casi siempre suena el mismo disco.
De hecho, si algún día, sin motivo aparente,
me da por echarte de menos mientras voy conduciendo,
lo único que necesito es elegir la canción adecuada,
y apareces de repente, invocada,
como traída de cualquier lugar remoto
a través de la música y su magia.
Creo que algo parecido a eso,
un dardo al borde de la diana,
es lo que intento expresar cada vez que grito
que mi mundo está florecido de ti.