27 de marzo de 2011

audio connection box

En el coche, si estás tú,
casi siempre suena el mismo disco.

De hecho, si algún día, sin motivo aparente,
me da por echarte de menos mientras voy conduciendo,
lo único que necesito es elegir la canción adecuada,
y apareces de repente, invocada,
como traída de cualquier lugar remoto
a través de la música y su magia.

Creo que algo parecido a eso,
un dardo al borde de la diana,
es lo que intento expresar cada vez que grito

que mi mundo está florecido de ti.

4 de marzo de 2011

las noches así sólo existen
para tirarte al suelo de vez en cuando
y recordarte lo pequeñito que eres

para que no se te olvide
que no hay canciones malditas
ni papeles mojados
que puedan protegerte del frío
aquí fuera.

2 de marzo de 2011

the gardener

Buscaba la esencia, reducir el mensaje al máximo para que no hubiera ninguna palabra de más: porque nada de lo que pueda decirte en este momento es ni más ni menos importante que el resto. Pero entonces volví a mirar tus ojos en aquella foto; doblando la esquina y sonriendo mientras haces esfuerzos sobre la nieve para no resbalar. Mirando a la cámara, con una mezcla imborrable de seguridad y esperanza en que algo bueno va a llegar del brazo de ese chico, que camina algo encorvado y sonríe de una forma mucho más tímida que tú. Y sencillamente es imposible, es inevitable reconocer mi fracaso al aproximarme al misterio. La solución es limitarme a dejar que el disco gire; cerrar los ojos, y tratar de estirar los dedos hasta casi rozarte, sabiendo que entre los surcos, en cada crujido, hay algo inabarcable, una magia que se produjo hace casi cincuenta años y que ya nunca volverá a producirse. Y créeme, podría estar varias vidas orbitando alrededor de ese sentimiento, y nunca encontraría la llave maestra. Aquí va otro mensaje en la botella, seguramente con palabras de más. O de menos.