28 de diciembre de 2010

caracolas y caricias

Caracolas y caricias se enredan en tu vientre
como retazos de una playa que hoy nos pertenece.
De pie frente al mar, en silencio,
descalza y con tu abrigo gris,
sabiendo que te observo desde la arena.
Hay una única nube en el cielo, testigo mudo de la escena,
pero el viento aquí es frío
y nos envuelve como en una noria.
Pronto subirá la marea,
te girarás sonriendo
y entonces el tiempo se detendrá de nuevo
para permitirnos abrazar la sal a ciegas,
beber el aire seco
que nos brinda una tregua inoportuna.
Tal vez aproveche el momento
para intentar devolverte en un descuido
alguno de esos besos
largos
que te debo.

10 de diciembre de 2010

chi mi difenderà dal tuo bel volto

pero siempre prefiero volver, siempre decido quedarme a tu lado, un paso por detrás tal vez, aunque hay días en los que no puedo evitar vernos en los extremos de una balanza: con un poco más por tu lado o por el mío se desequilibra nuestro abrazo, y los platos acaban en el suelo; parecemos siempre a punto de hacer coincidir los momentos, pero resulta terriblemente arbitraria la forma de movernos, girando alrededor de algo que tenemos cada vez más cerca, subidos a un carrusel en espiral. A pesar de los giros y los tiempos discontinuos, o precisamente por esa colección de motivos desubicados, todo cuanto hacemos está orientado a encontrarnos, bailando en la misma baldosa, tarde o temprano. Por eso no me hago sangre cuando te sé lejos: porque antes lo estuve yo, y ahora no tengo ninguna intención de demandarte nada, de exigirte nada. Sencillamente no funcionamos así. En cambio sí que siento a menudo la necesidad, el impulso, de ir donde estés y hacerte sonreír, cuidar de cada momento compartido para que no te vuelvas a asomar al borde, que todo lo bueno se queda siempre de este lado, del lado que habitas. Y los instantes son tan efímeros, pero dejan una semilla tan grande, que resulta casi imposible plasmarlos, tratar de atraparlos, de compartirlos con alguien que no entienda nuestro idioma, ese sistema compatible indeterminado que componemos cada vez que estamos cerca, cada vez que nos besamos y llueve afuera.
(cuando cruzamos la alameda me apretaba contra ti, como si fueras a echar a volar de un momento a otro)

21 de noviembre de 2010

simple twist of fate

Todavía tengo algo de ti pegado a la piel,
por dentro,
aunque no sabría definir exactamente qué es.
Al volver a casa
encontré los restos de tu paraguas en una esquina
y traté en vano de recuperar los pedazos.

A veces pienso que crecer es precisamente eso:
aprender a capturar y filtrar los instantes,
ir poco a poco convirtiéndonos en una madeja
donde se mezclan recuerdos,
sueños, deseo, errores y aciertos
que van abriéndonos y cerrándonos puertas.

Y a mí cada vez me cuesta menos
confundir los reflejos y mirarme en tus ojos,
más cerca, más cerca, sin saber muy bien
de qué lado de la realidad ocurren las cosas;
como si tú y yo fuéramos
las dos hojas de un cuchillo sin punta,
un par de piedras en el fondo de un río.

Arrastrados por la corriente
ignorando a dónde ni por qué,
pero cogidos de la mano.

26 de octubre de 2010

No me atrevía ni a respirar para no despertarte

A nadie le gusta caminar bajo tierra, pero hay días en los que al llegar a la meta me siento como un trozo de carbón. Creo que sé lo que necesito, y estoy convencido de que no tengo la fuerza suficiente para alcanzarlo; como si la manta nunca pudiera cubrirme por completo, soy un globo trazando dibujos imposibles en el aire mientras se desinfla. El camino está cubierto de polvo, y nadie se preocupó de reconstruir el puente cuando lo arrastró la riada. Las sombras que dibujan los árboles son diapositivas del pasado que nunca hemos compartido; cuentan nuestra historia inexistente a partir de las cenizas y el humo. 
El diablo está esperándonos en la máquina de discos; ya casi nunca suena, así que ha decidido que es el lugar más tranquilo para mantener una conversación: estamos siempre ahí, al fondo, mientras todo lo demás simplemente ocurre a nuestro alrededor. Ninguno de los héroes de barrio se atreve a cruzar la línea, así que sobra sitio para mirarnos a los ojos y contarnos la última incursión al otro lado, con todo lujo de detalles. No importa si es bueno o malo, ocurre lo mismo que en esas películas de sobremesa; nacen así, no preguntes más. De todas formas, cuando te atrapa el alud es imposible saber si estás boca arriba o boca abajo. 
Los días se acortan en esta parte del jardín, y para cuando quieres darte cuenta empieza a hacerse demasiado tarde para algunas cosas. También es cierto que hay curvas en la carretera que son como encuentros en mitad de la noche: tan frías y traicioneras que puedes acabar en la cuneta si vas demasiado rápido. La chica que me enseñó a besar aprendió esto justo a tiempo para evitar convertirse en otro charco tras la tormenta, y si le preguntas te dirá que ya no recuerda nada de aquella época. 
Ojalá todos fuésemos capaces de arder en el momento exacto, y no empeñarnos en volver sobre nuestros pasos cada vez que nos sumergimos más de la cuenta.

10 de octubre de 2010

too long... to stop now

La clave de todo está en ese cambio de tono hacia el final, cuando parece que Otis encuentra una nueva dimensión a través de la cual alcanzarnos por dentro, y la sección de metales le sigue con una fe ciega en que el mensaje va a llegar, girando a la velocidad exacta sobre el plato mientras se repite una vez más la alquimia simple de una aguja y un surco.
Entonces recuerdo las escaleras del teatro, como no, y los árboles que se abren camino a través del suelo de la plaza, como si no hubiera forma de modificar el curso de los acontecimientos. Y el coche aparcado en el garaje, con la música sonando como siempre; el camino hacia las escaleras del puerto, los mensajes en todas las paredes, dejados ahí para que cualquiera que pase por ahí y tenga algo de curiosidad pueda aprendernos. Leer entre líneas la corporeidad de un sentimiento.
Y es increíble como asociamos canciones a personas: se quedan encadenadas y no hay nada que podamos hacer. Basta con que empiecen a sonar los primeros acordes para transportarnos, con tanta fuerza que tengamos que cerrar los ojos para evitar el vértigo. Sam le decía a Ilsa, “se me ha olvidado esa canción”. Sé que a veces nos gustaría tener a alguien como Sam para evitarnos el viaje, pero esta vez es diferente. Y Otis sigue caminando por ese sendero polvoriento, con los tirantes caídos y la chaqueta apoyada en el hombro, mientras nosotros nos quedamos sin palabras porque ya las hemos usado todas.

24 de septiembre de 2010

boceto (sólo somos memoria)

te vuelves hacia la pared para decirme,

puede que cuando vuelvas yo ya no esté
y de mí sólo queden sombras frías, miradas perdidas
que perduren mucho más de lo que quisieras
y sólo desaparezcan cuando todo esté por fin seco

entonces los recuerdos se volverán fugaces
como el plano y contraplano que dibujábamos ayer,
como los cortocircuitos superficiales que provocamos:
involuntariamente letales,
alquimia inmóvil que no podemos controlar


hasta ese momento naufragaremos cada mañana
interpretando el papel que mejor nos va;
tratando de engañarnos en serio, sembrando sal a cada paso
llenando las maletas de polaroids desenfocadas
como dos náufragos que niegan su condición


quédate sólo un rato más


mintamos

sólo una vez más



desde el principio

13 de septiembre de 2010

eli

Veía tus ojos hipnotizado, intentando desentrañar el código, a través de la llama que encendía tu cigarrillo entre estertores eléctricos. Mientras descubrías que odio bailar pero que estaba dispuesto a disimularlo, me iba sumergiendo en tu sonrisa, buscando resortes que la hicieran brotar. Algo había saltado por los aires entre nosotros, algo tan frágil que no nos atrevíamos a pronunciarlo por miedo a que se hiciera real, como una enredadera de papel en torno a mis gestos torpes, que eran el reflejo de un antiguo amigo tuyo, y tus certezas transparentes, que habían echado a volar convertidas en la voz que elegiría para escuchar durante años y años historias de tu vida y la mía. Tan diferentes como el agua y la sal; yo viajaba asomado a la ventanilla trasera del autobús mientras tú eras la astronauta  que daba la enésima vuelta en torno a la Tierra; incapaz de comprender nada, sólo podía admirar la estela que dibujabas en el cielo. En realidad esta vez yo era un espectador más, y eras tú la que corría detrás de una estrella fugaz tras otra; así que cuando por fin alcanzaste tu recompensa y te giraste alzando tu trofeo, me tocó a mí besar la lona en silencio. Habías querido reír y bailar hasta el amanecer, y yo me había perdido en callejones mal iluminados, por no querer asumir las reglas del juego. Por lamentar tu ausencia cuando aún estaba a tiempo de bucear en tu sonrisa un ratito más. Sólo para sentirme de vuelta.

3 de septiembre de 2010

sooner or later, one of us must know


Yo era el vecino del sótano; te acuerdas? aquel que aporreaba frenético la máquina de escribir intentando transformar cicatrices en música. Cada noche, al sacar la basura, miraba a las alturas y te veía asomada en tu ventana, sonriendo, soplándole pompas de jabón de mil colores a la luna. Recuerdo pisar tus calles y echarte de menos, era mayo y aún no te conocía; los miles de cuentos que nos acariciaron todavía no habían nacido. Después vinieron las servilletas repletas de versos, los molinos de viento y las madejas de dos colores. Historias sobre pintores al otro lado de la frontera, con gatos sabios que siempre caían de pie; un solo de armónica que parecía eterno. El bar en mitad del desierto en el que sonaba una y otra vez un vals que nadie escuchaba. Una mañana, pensando que nada podría destruirnos, subimos a trenes que partían hacia puntos cardinales opuestos. Desde entonces hemos vuelto a intentarlo cada uno por nuestra cuenta, pero la alquimia no funciona así, e invocarte a través las cuerdas de tender ropa no va a servir de nada.  Pronto volveré a recorrer a ciegas los caminos en los que tú y yo fuimos fuego durante un instante azul, sin cerrojos ni emociones de prestado. Con las ganas de repetir cada frase, cada paseo, como si estuviéramos todavía en una película de las tuyas. Al fin y al cabo, nada de esto es cierto: no es más que otra canción de carretera, de ventanillas bajadas y palabras desordenadas al azar que intentan dibujarme al trasluz, sin conseguirlo del todo.

23 de agosto de 2010

dachshund

volvemos a las noches rápidas, a las derivas controladas en las que cuando estás a punto de rozar el barro consigues remontar el vuelo, tan sólo lo necesario para estrellarte un par de metros más allá. noches en las que las falsas treguas nos persiguen como los mapas viejos, los libros que nunca volvieron, los planes b que no funcionaron. con todo el tiempo del mundo para aprender a su sombra, pensando, te romperá el corazón una y mil veces y volverás a intentarlo, qué otra cosa sabemos hacer, alguien decidió que esto estaba bien y aún estamos girando en el carrusel. al menos esta noche las estrellas han salido a saludarnos, y hay música, vino y risas, y todas las cicatrices parecen esconderse en el humo, esperar a que llegue el tiempo de las manzanas y bajemos la guardia un instante. entonces se acerca y te susurra, árdeme, y no sabes muy bien a qué se refiere pero estás deseando hacerlo, perderte en uno de esos collares con nudos que nunca antes habías visto, no aprendiste a disimular ni a mentir, y ves que sonríe de esa forma que lo es todo, es algo definitivo y a lo que podrías asirte en la tempestad. y sabes de sobra que después hablarán las llagas, que todas las piedras que necesitéis para construir la fortaleza se volverán arena, pero ahora no, ahora hay electricidad en el ambiente, y de repente, sin darnos cuenta, vemos el sol aparecer, y suena la última canción. no importa lo rápido que corramos, las noches rápidas siempre consiguen sacarnos dos cuerpos de ventaja: el tuyo y el mío.

17 de agosto de 2010

zarpazos

No te molestaba el ruido de los aviones, sobrevolándonos en aquel campo junto a la carretera. Era el otro ruido, el que nos impedía pensar con claridad, como la noche junto a la playa en aquel torbellino de gente. Las horas lentas cayendo suavemente como enormes panteras de peluche, como si en el fondo fuéramos capaces de jugar con el tiempo, manipular lo que ocurrió y lo que no, para hacerlo comprensible, apto para el gran público. Con el tipo de luz difusa que dan los días nublados reflejada en tus ojos, sin saber dónde empieza el cielo y acaba el mar, el mar nunca se acaba, dijiste muy seria. Pero tenemos la fea costumbre de buscarle a todo un comienzo y un final, de poner cotas, vallas que delimiten los territorios desconocidos donde apenas nos atrevemos a aventurarnos. Le damos demasiadas vueltas a lo obvio, nos perdemos en los márgenes, somos por un momento una pincelada perdida en mitad del bosque encantado de Pollock, inventando idiomas sobre la marcha y riendo a carcajadas. Buscaremos la forma de hacernos escuchar, no debes preocuparte por eso ahora, tan sólo sumérgete en la marabunta y alcanzaremos la meta. Cada noche, volviendo a mi casa desde la tuya, daba miedo verme: volviendo sobre mis pasos en cada esquina, perdido en mitad del camino a ninguna parte. Era la persona más sola del mundo.

7 de agosto de 2010

tobogán

el dragón perezoso decide no ir más allá

lleva una temporada soltando lastre

las gaviotas hacen cada vez más ruido

y apenas quedan horas un par de horas de sol


no me pidas

demostraciones palpables, argumentos definitivos

me gustaría pensar que me muevo bien en el alféizar

aunque sea incapaz de levantar el vuelo


ya no me persiguen sombras nocturnas

pero estoy convencido,

todo era mucho más interesante

cuando sí lo hacían


cuando había finales felices

al otro lado del cable

26 de julio de 2010

se me acabaron tus presencias, ya sólo te recuerdo ausente

Tanteabas con la mirada antes de lanzarte, como quien prueba el agua con los dedos del pie. Nadie quería apostar por ti, pero no podían evitarlo: te habían visto atravesar la gran avenida con todos los semáforos en verde, aullando a la luna convertida en un gato con demasiadas historias que contar. Eras una especie en extinción, y tratabas de disimularlo bailando sola, mirándote de reojo en los escaparates, durmiendo como una mariposa sobre un disco de vinilo. Como no sabíamos amar siguiendo los guiones y las partituras, tuvimos que aprender a improvisarnos el uno al otro; crecernos en el espejo cóncavo del parque de atracciones, para luego aterrizar en la realidad sin monedas en los bolsillos ni ganas de volver a casa. De las películas que vimos juntos sólo logro recordar tus piernas apoyadas en el asiento de delante, como un desafío tímido en plena oscuridad. Realmente, pensábamos que éramos invencibles, que nada nos podría tumbar, pero nos sobró drama; amaneceres extraños y billetes de metro que caducaban como el hechizo de la Cenicienta.

Ahora sólo te quedan dos alternativas para arrancar la hierba del jardín: puedes saltar el muro o simplemente derribarlo ladrillo a ladrillo. Si lo prefieres puedo dejar la luz encendida, aunque no creo que sirva para nada a estas alturas del cuento. Estamos en los extremos opuestos del tablero, y alguien se entretuvo sembrando de minas nuestros recuerdos. El tiempo de las flores tendrá que esperar; ya no me quedan cerillas con las que encender tu sonrisa.

5 de julio de 2010

Salvar el mundo en tres pasos (de baile)

Amanece y el chico sin sombra está tratando de recoger todas las piezas. Sabe que es tan difícil que no deja de intentarlo. En el otro extremo de la calle, la chica sin alas llora por algo que ha perdido incluso antes de saber qué es. Los dos piensan, todo sería mejor si, pero hay demasiados condicionantes, demasiadas alternativas y un único sol, que les calienta pero que nunca es suficiente. Se han cansado de jugar a perseguirse, de pronunciarse y negarse en los labios de otros como si nada más importara. Hay llaves por todas partes, pero el chico sin sombra olvidó qué puertas tenían algo que mereciera la pena al otro lado, y la chica sin alas acaba de regresar de un viaje eterno entre el humo de los cigarrillos y los ecos de las últimas risas. Ahora sólo quiere salir a bailar, aunque a estas horas los pocos bares que siguen abiertos no son nada recomendables; así que se contenta con caminar por el filo con los ojos cerrados e inventar un lenguaje en el que el amor no duela tanto. Como si aún quedaran muebles que salvar, nudos que desatar. Ha enfriado cada emoción hasta convertirla en un cristal de hielo, algo que tener a mano y arrojar si es necesario.

Tienden a encontrarse de una forma inconsciente, mientras recorren un camino invisible, de camas deshechas, ciudades que nunca existieron y de una certeza pesada y rápida como un zarpazo, que va creciendo y creciendo y que acaba por sumergirlos en una realidad diferente. Así fue la primera vez, y todas las demás han ido repitiendo el mismo estribillo con pequeñas variaciones. Cambia la decoración de la habitación del hotel, las pintadas en la pared del baño de caballeros. Pero el mensaje sigue siendo el mismo aunque pretendan enfrentarse a él.

El chico sin sombra es un árbol que surge solitario en medio del desierto por el que camina a tumbos la chica sin alas. Antes de que acabe la canción le susurra al oído: puedo secar tus lágrimas con mis hojas, pero no me pidas que siga tus pasos.

9 de junio de 2010

Salvation Blues

La chica estaba allí subida, como si no fuera con ella. A su alrededor todos miraban al escenario, o iban y venían de la barra con copas. Ella había conseguido sentarse un poco por encima de las cabezas de los demás: sus zapatos blancos quedaban un metro más abajo, y movía los pies descalzos lentamente, al ritmo de la música. En cualquier caso, se comportaba como si estuviera lejos de todo, en una especie de burbuja inalcanzable desde el mundo real. Parecía haber aterrizado allí por casualidad; a veces sonreía tímidamente, echaba un vistazo desde su atalaya y volvía a cerrar las escotillas. Estuvo así durante todo el concierto: rozándose el pelo corto y moreno con una mano, mientras con la otra dibujaba en el aire cada canción, un disparo seco en mitad de la noche. Yo pensaba en las chicas de las películas de los cincuenta: siempre tan frías, siempre de vuelta de todo. Ella tenía algo de eso, pero iba un paso más allá. Hacía que el juego, la música, las luces, todo girara en torno a ella sin pretenderlo.
Entonces pensé que tal vez un blues no era tan mala opción como puerta de salida de otro blues. Una alternativa al viento, a las palabras encadenadas. A los mensajes encriptados y esas cervezas que siempre nos prometíamos pero que se quedaban ahí. Junto a tus pies descalzos.

31 de mayo de 2010

Lorentz

Si no dejamos respirar a la electricidad los tres acabaremos ahogados, hay demasiada presión en este charco y nuestro caleidoscopio siempre se empañó con facilidad. Al otro lado de la puerta no hay nada, pero suena como si estuvieran celebrando la última farra antes de cerrar. Nadie nos estará esperando cuando se termine el asfalto; en realidad todos los refugios están completos cuando no consigues desprenderte del olor a pólvora. Entre las rendijas de las ruinas quemadas resuenan los ecos de nuestra historia, nacida muerta, por culpa del principio de indeterminación y de la incapacidad para hacer coincidir los momentos con las emociones. Tiende las manos, tal vez consigamos orientarnos en la oscuridad; de todas formas la luz del día nos volvió la espalda con los primeros compases. Las corazas son fugaces y los recuerdos lentos; cada mañana es un cable a tierra, disfrazado de rutina en medio de la tormenta perfecta.

Un día me levantaré y comenzaré a caminar en la dirección adecuada.

26 de mayo de 2010

estos son los míos

Prometo dejar de correr como si el mundo fuera a caer sobre mi espalda. Prometo esperar a que la sangre se seque sobre el papel, evitar dibujarnos entre el viento de poniente y el de levante, condenados a abrazarnos a través de palabras y acordes, tras renunciar a mirarnos a los ojos. Prometo no creer haberte encontrado al girar cada esquina, en cualquier beso no tan salado. Hacer aún más habitables mis silencios, permitir que puedas entrar en ellos, pasear descalza, tal vez con flores en el pelo. Disfrutar de las derrotas casi tanto como de las victorias; comprender que los cimientos más sólidos son los que no se pronuncian en voz alta, simplemente se escriben en la orilla. Salir juntos a la superficie, sin necesidad de periscopio. Prometo mirar hacia tu sur desde mi norte, y hacia tu norte desde mi sur. Enseñarte cuánto de lo que soy yo eres tú.

Y prometo darte razones para sonreír de continuo. Porque nada que duela tanto merece la pena. Aunque no te lo creas.

7 de mayo de 2010

ella nunca tropieza

Puedo tomarme todo el tiempo del mundo en despojarte despacio del disfraz; desnudarte es algo que debería ser una obligación diaria. No necesitas ningún argumento más, simplemente dame la mano y seamos meros espectadores de la transformación de esta tarde de noviembre en la mañana de mayo, como si fuera el nacimiento de una mariposa. Si nos toca besar la tierra seremos un par de esas manzanas que caen al suelo y van apagándose muy lentamente, componiendo una banda sonora que nadie escuchará y crecerá semiescondida, entre tus marionetas-pájaros y mis pájaros-marionetas. Todos los que te contemplaron antes que yo, aquel libro que tanto te costó abandonar, las mentiras necesarias para encontrar la verdad en un callejón cualquiera, tan sólo eran la excusa perfecta para encontrarte abrazada a la guitarra, recortada contra la luz de tu habitación. Hasta las sombras te deseaban, cómo no iba a hacerlo yo. Y hoy toca gabardina canadiense y armónica en la oscuridad, café amargo y cuentos hasta tarde. Hoy no existen relojes ni anclas; sólo este pequeño rincón desde el que se escucha arder la soledad del mundo.

19 de abril de 2010

you know you got it, child, if it makes you feel good

Tratas de alcanzar la costa

antes de que caiga la noche,

pero no es nada fácil mantenerse a flote

con los bolsillos repletos de piedras

y esos tacones arañando el cielo


Tus palabras son imanes para las mías,

Y me dejan tirando del hilo de mercurio

a salvo de la oscuridad y la niebla,

lejos de los fantasmas escondidos

bailando la misma canción una y otra vez


Ni tú ni yo necesitamos repetirlo:

hay cosas que simplemente

aprendemos en un instante

y luego empeñamos media vida

para olvidarlas

6 de abril de 2010

VY2505

Abróchense los cinturones, pongan su respaldo en posición vertical. Abrí el primer cajón buscando las respuestas a las preguntas que todavía nadie me había hecho, y encontré nuestros torpes cruces de caminos, el comienzo y sus múltiples significados, dibujados en la servilleta de aquel bar. Desde entonces he sido testigo mudo del milagro diario, las primeras luces que reflejan tu pelo que refleja el mar que refleja las primeras luces y así hasta el infinito. Las tardes que se convierten en noches sin darme cuenta, demasiado ocupado tratando de anticiparme al siguiente movimiento de la ruleta para aterrizar a tu lado. La poesía de verdad ni se escribe ni se pronuncia, sólo podemos intentar rozarla con la punta de los dedos mientras se sumerge en la oscuridad, retándonos a ir tras ella. En un giro final seríamos capaces de escuchar su carcajada, antes de perderla de vista. La fiereza de los versos que apurábamos como si sólo nos quedara esa tabla de salvación, más allá de la única isla desierta que encontramos abierta en la ciudad. Brindemos por los recuerdos que nos asedian al despertar. Todos los incendios que provocamos, tan imposibles de extinguir como el sol allá arriba. Nunca fue tan sencillo crear y destruir emociones, parecían de papel, y nos daba tanta pereza alterar el rumbo que nos dejábamos llevar a la deriva. Abrí el último cajón buscando una salida de emergencia, y encontré nuestra colección de polaroids borrosas, como si al nacer ya intentaran escapar fugaces entre la niebla. Detrás de cada polaroid una palabra diferente, todas las mentiras pronunciadas en la oscuridad de una sala de cine. El avión va a tomar tierra, desconecten todos los dispositivos electrónicos, pongan su respaldo en posición vertical.

22 de marzo de 2010

let it bleed

siempre tienes claro cuál es el próximo paso,

aunque arrastres ese sabor metálico

las lanzas clavadas sobre tu sombra

y demasiadas heridas sin cerrar


por eso me extraña encontrarte

a medio camino entre el azúcar y la sal

como si no conocieras la carretera

a pesar de haberla construido


las luces están apagándose

y las chicas saben que es la hora del cierre

así que es inútil resistirse

pretender que la fiesta acaba de empezar


ya no quedan pieles de cordero para todos

y los tigres llevan horas acechándonos

piensa bien hacia dónde echar a correr

porque intentaré dar el primer mordisco


puedes sentarte a esperar al próximo accidente

o prender fuego al colchón con nosotros encima

me enseñaste que el tiempo no espera a nadie

y ni siquiera contigo haría una excepción


créeme,

no es la mejor noche

para poner en juego el campeonato.

5 de marzo de 2010

let's get lost

Tus palabras llegan con retraso, el cartero no encontraba el buzón en el bosque. Pero llegan con la fuerza habitual, para remover todos los cimientos, hacer que mire al mar de nuevo y me puedan las ganas de escapar para mirarte a los ojos. Y aún estoy al otro lado, junto al quinto árbol a la derecha, pensando en lápices de colores tan pequeños que es incómodo escribir con ellos. En cuadernos rojos de anillas, en los que faltan un puñado de hojas arrancadas que, supongo, habrán muerto de hambre, olvidadas en cajones que nunca las quisieron. Echando de menos las frecuencias de los trenes y los autobuses, las luces y los olores. Echando de menos materias delicadas, que todavía están aquí, pero que parecen quebrarse al menor soplo de viento. Los ángeles deciden irse en cuanto huelen los problemas, y me estremece aprender cómo hay personas que nunca se alejan, momentos que se quedan grabados con todo lujo de detalles, para lo bueno y lo malo. Exactamente como tu forma de mover los hombros cuando bailas sentada sobre la cama. Al fin, esas muescas son las que un día, sin saber bien por qué, nos hacen sonreír y cerrar los ojos. Necesito que venga el tiempo y ponga cada cosa en su sitio: las heridas al lado del camino, los silencios a la espalda y tus palabras en mis oídos.

17 de febrero de 2010

la cerveza caliente

Prendimos fuego a la locomotora para que el tren alcanzara la máxima velocidad, pero al hacerlo éramos plenamente conscientes de que eso la haría descarrilar, dejándonos un regusto amargo a cerveza caliente y lápiz de labios. Desde aquel fogonazo llevo días tratando de exorcizarte, náufrago, desordenando las palabras que te mantengan en el rincón de los buenos recuerdos que se borraron de golpe para siempre; pero cada vez que me descuido vuelvo a sorprenderme recorriéndote con la memoria. Y lo cierto es que estoy harto de huir en círculos, como si estuviera siguiendo el mapa inacabado que me aleje del instante inmediatamente anterior, ése que siempre vuelvo a afrontar de manera inevitable. Justo antes de descubrir que al final del camino sólo arden el kit de camuflaje, el poema en la ventana y las máscaras equivocadas.

11 de febrero de 2010

cenizas en la nieve

Me decías, no recordaremos nada cuando el tiempo haya hecho su parte del trabajo sucio. No nos alimentarán los ascensores hasta el quinto, los semáforos en rojo como regalices con prórroga de paraíso. Nada de lo que estamos sintiendo perdurará cuando amanezca. Ni siquiera yo estaré a tu lado si las nubes negras vuelven. No podremos volver a reírnos de nosotros mismos, ni enamorarnos en cada charco. Me repetías, no te esperaré, no me reconocerás. Y yo me resistía a creerte, aferrándome a ti en el camino de vuelta, intentando leer mil mensajes ocultos en un gesto casual. Nuestro mañana nacerá muerto, y nada de lo que intentemos conseguirá alejarnos de la tristeza.

Cuando desperté los nudos se habían tensado, y efectivamente, lo único que podíamos hacer ya era darle la vuelta al disco.

26 de enero de 2010

las palabras que caen de los bolsillos

tengo el manual de instrucciones

en todos los idiomas que no conozco

y una certeza subiendo por el brazo

que poco a poco se ilumina sonrisa

las nubes bailan bajo mis pies mientras te espero


no he perdido tanto tiempo como creía

caminando en línea recta

alejándome de las flores secas

más bien he cambiado varias veces el rumbo

y me he encontrado con huellas que pensaba borradas

por dejar respirar las horas muertas

al correr hacia ti sin conocerte


dos pájaros de miel me miran

como sombras de árboles desnudos

respirando poemas a oscuras

y dejan esa sensación huérfana

de estar rozando con los dedos algo

durante el tiempo necesario para comprender

que acabará escapando inevitablemente


tal vez deberíamos dejar de medir en días, semanas

y empezar a hacerlo

en abrazos

intensos

16 de enero de 2010

inténtalas parar

Cada vez que miro eres diferente, te has transformado en otra ola, siempre caminando entre el caos y la poesía, con el hilo de Ariadna entre los dedos. Se desatan incendios a tu paso, y yo no hago más que nombrarte en canciones y tratar de definirte en cárceles de palabras, de las que consigues escapar como si ya estuvieras en otra parte, algún lugar perdido. Como si no fuera contigo. La electricidad te recorre y transmites esa energía sin darte cuenta; yo sólo soy el chico mal dibujado al fondo de la escena, que sonríe y se sorprende con cada nuevo giro de caleidoscopio.

6 de enero de 2010

If you don’t think you have the blues

Definitivamente no entraba en mis planes, y yo me disolvía rápidamente en los suyos, como si fuéramos sal y tequila. Llegó en la estación de las tormentas, con una pistola sin balas y sin ganas de recoger los pedazos. La inercia nos fue arrastrando mientras secábamos todos los bares; algunas noches éramos stand by me, otras oh darling. Más tarde descubrí que si tengo que medir tanto mis palabras, tal vez no merezca la pena iniciar la conversación; tarde o temprano nos cansamos de perseguir nuestro final feliz, y no hay suficientes para todos. Te cambié mi silencio por tu mirada, mi sombra por tu luz, pero nunca era lo que buscabas. Así que antes de desmontarme como un puzzle y quemar las naves, me volví curva del camino, ventana que sólo se abre hacia fuera. Hay historias que se rompen en mil cristales afilados, otras simplemente mueren de hambre. Ahora prefiero escuchar el delicado sonido del trueno desde el puerto, sin sentir el vértigo que daba tratar de entender el mundo desde una nuca que se transformaba en remolino al menor descuido.

El viento siguió golpeando los espejos, pero yo ya no estaba al otro lado.