27 de julio de 2004

Paralelo

No se me ha borrado la sonrisa de niño que me dibujaste, y en esta ciudad la niebla esconde todas las versiones oficiales. Necesito sentarme en la arena, con sonido de mandolinas de fondo y tu olor a mercurio salvaje cerca. Hace siete meses yo todavía tenía los pies en la tierra, no trepaba a los árboles y negaba con la cabeza. Tú en cambio ya volabas cometas sin cuerda y saltabas de tejado en tejado. Tal vez hay historias en las que nadie sufre y no hay por qué hacerse daño: tal vez por un momento ella no se va, él no se queda tras el parabrisas. Nos hemos acostumbrado a los cuentos con final triste, pero hay que creer que aún es posible. No hay una canción en común, un libro, una película, un rincón con hojas por el suelo. Hay todo un mundo; no dejemos que las mariposas ardan.

21 de julio de 2004

5:55

Tus ojos son apagar una a una las luces de casa, quitarse los zapatos, abrir el grifo. Son un libro de tapas negras sin título, resumen ni índice. Mientras tomo tu brazo como quien agarra una manta en mitad de la noche pienso: hay otras luces, pero este ruido no nos deja verlas y decidimos que no existen.  Tu recuerdo es una máquina con grandes engranajes, enormes ruedas, una factura sin pagar en cada pensión del puerto. Eres toallas dobladas, olor a cremas hidratantes y pastillas de jabón, el tapón de la pasta de dientes flotando en la bañera. La hebilla ancha y plateada de tu cinturón sobre la cama, revistas abiertas y flores de papel. Un cuadro torcido en el pasillo, un vagón de metro que no se abre en ninguna estación, un video mal programado, despertadores que no suenan, carretes velados. El triángulo que forman tus ojos y tu nariz delimitan a la perfección tu territorio, la fortaleza que se eleva desafiante. Tu forma de restarte importancia, de esconderte entre los días grises, de preguntarme razones para mirarte así, no dejan de ser trucos, capas de tierra que retirar para encontrar la esencia, el motivo de tantos decorados, actores, la orquesta en el foso, el coro y el telón subiendo y bajando. Todos somos personajes secundarios en tu gran escena, esa en la que te das a conocer y yo olvido mis pocas líneas de diálogo.

14 de julio de 2004

reset D.F.

Hace ya tantas esquinas que no recuerdo ni por qué estoy corriendo. Perdí la cuenta de las primaveras que nunca debí haber apostado a tu caballo, y el hielo de los vasos siempre acababa derritiéndose. Hasta la chica que perseguía a los cantantes de moda se cansó de gritar y reír al apagarse las luces. Recibí dos consejos: en todas las botellas el tapón gira en el mismo sentido, y por mucho que saltes de azotea en azotea nunca conseguirás el primer premio; hay cientos, miles de hormiguitas esperando su turno. Así que adelante, cuélgame, rómpeme, clávame agujas. Estoy cubierto de unos y ceros, y el cristal que ves es irrompible. Una pista: tan sólo tienes que leerme. Un poco más abajo. Ahí estás, entre línea y línea, sin tu coraza ni mis ganas. En el instante exacto en que brindo a tu salud, en esas marcas que dejan las copas en la mesa, en cada pregunta “un poco personal”. Esta noche quiero ver a qué sabe tu olvido.

8 de julio de 2004

Bajos vuelos

Pretendo secuestrarte sin romper la punta de esas tijeras que cierras cuidadosamente antes de cada beso. Tengo un plan perfecto, con huida en descapotable y cientos de cigarrillos mal apagados en la guantera. Sólo necesito un zumbido, ojear la guía de teléfonos de tu comarca, y robarte el aliento con ese olor tan tuyo. He dejado las camisas sin planchar sobre la silla, y escucho el rumor del mar a través de la ventana. Pronto haré un viaje del que no creo que vuelva: hay lagartijas en el desierto que se tratan mejor que nosotros dos, aunque el chico de los lápices afilados nos diga lo contrario. Sólo busco tu mano en mi hombro, tu pelo entre mis dedos, una postal sin franqueo pagado. Todo son esperas...