28 de julio de 2008

real

Incapaces de dar marcha atrás, plenamente conscientes de nuestra fragilidad en el mismo centro del tornado que ninguno de los dos desató. Y sin miedo a la línea de meta, porque todo vuelve a comenzar con la inercia del último disparo, la bala en la recámara. Todas las canciones que me hablan de ti, de nosotros, los miedos que se transforman en incendios y la mecha de mi mala cabeza; luego siempre amanece en un abrazo parecido a tocar el piano a cuatro manos y ya no hay nada que temer mientras estés ahí cuando todo tiemble. Y el secreto escondido en las rutinas aparcadas en doble fila, en no necesitar galopar las nubes para sonreír, simplemente cambiar el acorde en el momento exacto para que la armonía no se rompa. Todas las palabras que he escrito pensando en ti, y las que se perdieron por aparecer cuando no debían, las que regalé a quienes las necesitaban más que yo y ese otro montón que me falta por recoger de la orilla de tu pelo largo. Los peldaños que separan el resto de la realidad de nuestro cielo particular. Los días y las noches, las jaulas de cristal abiertas y la luz entrando a través de la persiana de tu habitación. El diámetro de la circunferencia en la que guardo tus gestos aprendidos se vuelve una espiral cada mañana, y en ese instante no hay fe más firme que la que respiro pronunciándote real, tú en todos los rincones habitables.

3 de julio de 2008

esta canción no tiene estribillo

La chica de las gafas oscuras pretende consumir cada palabra que hayas imaginado, pero es incapaz de dar un paso sin tu paraguas. Aprende a golpes, pero no es nada práctico creer en ti mismo si aún no eres consciente de tu propia soledad, de la soledad de cada uno de nosotros. Por eso todos sus intentos se estrellan contra una pared imaginaria que se alza de repente sin darle tiempo a reaccionar.
La chica de las gafas oscuras entra en las tiendas que hay en tu calle como si sus pasos seguros fueran suficiente carta de presentación, levantando un huracán de miradas y comentarios en voz baja que mueren al contacto con la realidad. Tiene demasiados incendios sin apagar y se pasea por ahí con un encendedor y una lata de gasolina que lleva tu nombre. En su último descenso a los infiernos olvidó firmar su carta de despido y cerrar un par de negocios con el chico de la esquina; todos los abrazos se quedaron en la oscuridad y al día siguiente sólo quedaron espejos crueles y huecos en el pecho.
Al recordar lo que no fue, la chica de las gafas oscuras llora como en las películas, sin hacer apenas ruido, pero al sábado siguiente no encuentra el camino de regreso a casa ni sabe retirarse en el momento oportuno: la acosan los fantasmas que no supo esconder entre los dados trucados y vuelve una y otra vez a la casilla de inicio.
Nadie enseñó a la chica de las gafas oscuras a saltar al agua sin cerrar los ojos, y últimamente quiere caminar como si viviera dentro del “Cool it down”, pero llevar una vida fácil es bastante complicado. No basta con tener el rostro adecuado, también necesitas un poco de talento, y nadie puede prestártelo a un interés tan bajo.
Al amanecer nunca hay suficientes versos que hablen de la chica de las gafas oscuras, y el sonido de sus tacones se aleja una vez más por la avenida, dejando a su paso un carrusel envuelto en humo azul y un puñado de verdades que se disfrazan de mentiras piadosas pero que no consiguen engañar al alma.