Me decías, no recordaremos nada cuando el tiempo haya hecho su parte del trabajo sucio. No nos alimentarán los ascensores hasta el quinto, los semáforos en rojo como regalices con prórroga de paraíso. Nada de lo que estamos sintiendo perdurará cuando amanezca. Ni siquiera yo estaré a tu lado si las nubes negras vuelven. No podremos volver a reírnos de nosotros mismos, ni enamorarnos en cada charco. Me repetías, no te esperaré, no me reconocerás. Y yo me resistía a creerte, aferrándome a ti en el camino de vuelta, intentando leer mil mensajes ocultos en un gesto casual. Nuestro mañana nacerá muerto, y nada de lo que intentemos conseguirá alejarnos de la tristeza.
Cuando desperté los nudos se habían tensado, y efectivamente, lo único que podíamos hacer ya era darle la vuelta al disco.
5 comentarios:
precioso, como el constraste de las oscuras cenizas y la nieve. :)
(Por cierto, ashes in the snow es también una exposición de fotografía preciosa)
PRECIOSO texto :)
(y también una canción de MONO, ahora que pienso)
en cierto todos los mañanas nacen muertos, somos nosotros los que les vamos dando algo de vida, con historias, encuentros y pequeñas huidas...
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