31 de mayo de 2010

Lorentz

Si no dejamos respirar a la electricidad los tres acabaremos ahogados, hay demasiada presión en este charco y nuestro caleidoscopio siempre se empañó con facilidad. Al otro lado de la puerta no hay nada, pero suena como si estuvieran celebrando la última farra antes de cerrar. Nadie nos estará esperando cuando se termine el asfalto; en realidad todos los refugios están completos cuando no consigues desprenderte del olor a pólvora. Entre las rendijas de las ruinas quemadas resuenan los ecos de nuestra historia, nacida muerta, por culpa del principio de indeterminación y de la incapacidad para hacer coincidir los momentos con las emociones. Tiende las manos, tal vez consigamos orientarnos en la oscuridad; de todas formas la luz del día nos volvió la espalda con los primeros compases. Las corazas son fugaces y los recuerdos lentos; cada mañana es un cable a tierra, disfrazado de rutina en medio de la tormenta perfecta.

Un día me levantaré y comenzaré a caminar en la dirección adecuada.

4 comentarios:

Estepa Grisa dijo...

"las corazas son fugaces"?
Algunas sí, algunas parecen eternas.

Pamela Bram dijo...

ven

Unknown dijo...

que bonito

Elena -sin h- dijo...

A veces las ruinas quemadas son lo único a lo que podemos aferrarnos. Y unirnos al eco como si estuviéramos acompañados.

Yo, ahora que camino sola, prefiero dibujar corazas menos fugaces y meterme de lleno en las tormentas. La dirección adecuada no es capaz aún ni de dibujarse en el horizonte.