5 de marzo de 2004

Regulación automática

Hoy vistes una camiseta a rayas y una bufanda violeta, llevas el pelo recogido en la nuca y tomas apuntes como el cielo se volviera más azul cada tres segundos. En tus ojos claros intuyo el frío y el temor acumulado durante los días lluviosos en la trinchera. No llevas pendientes, seguramente los olvidaste esta mañana para no perder el último metro. La estabilidad en la frecuencia de tus pulseras representa un ritmo de vals otoñal: te miro y pienso en la capa de hielo que cubre el estanque del parque, en sistemas de control automático para desconectar las ganas de llorar. Da igual quién habla y quién escucha, sigue agrietándose la pared donde firmaste aquella frase robada. La realidad que escondes en tu bolsillo trasero no merece tantas molestias y preocupaciones; no olvides que siempre te gustó saltar en los charcos de tu calle.

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