28 de julio de 2011
Morning song
Al final, nadie está interesado en los atajos que tomaste; tan sólo quieren verte sonreír cuando tu caballo cruce exhausto la línea de meta. Se trata de subir el volumen, dejar que el viento arrastre las cenizas bien lejos, y estirar los brazos hasta que al otro lado no quede ningún muro que derribar. Entonces tendremos que interpretar el papel de forajidos que nunca están dispuestos a perder las espinas para conseguir los pétalos. Todos los recuerdos tienen un brillo metálico si los desenterramos antes de el sol caiga, y no hay arena suficiente para que pongamos el título en juego. Vamos a enrocarnos hasta quedarnos dormidos;tal vez sea la única manera de que la onda expansiva pase de largo.
23 de junio de 2011
plano secuencia
estamos agotando el combustible
tras vaciar el cargador contra el cielo
ahora buscamos una hendidura entre las rocas,
para ocultar la llave y tirar el cofre al fuego.
cuando sonó el primer trueno nadie estaba preparado;
miles de pájaros echaron a volar
cubriendo con sus sombras fugaces
nuestros cuerpos desnudos y dormidos
en el televisor Elvis canta y sonríe
mientras viaja en la caja de un camión,
en la habitación de al lado hay un perro ladrando
y hace un rato una chica lloraba junto a la puerta.
estamos en el hostal junto a la playa,
en otra ciudad junto al mar
las olas suenan por encima de Elvis
en el desorden de tu risa
que parece derramarse sobre las sábanas
habitando los silencios y la ceniza
y creo que no hay un lugar mejor para esconderse
en este instante concreto en el que nadie nos busca
si acaso
dos asientos de ventanilla
en un tren con destino París
sólo para manosear los discos
de aquella tienda junto al Pont de Grenelle
besarnos despacio al pisar la calle de nuevo
y subir a casa cogidos de la mano.
Las cosas importantes siempre vuelven
para vernos sonreír de nuevo
para que les contemos un poco más
sobre el noble arte del escapismo
tras vaciar el cargador contra el cielo
ahora buscamos una hendidura entre las rocas,
para ocultar la llave y tirar el cofre al fuego.
cuando sonó el primer trueno nadie estaba preparado;
miles de pájaros echaron a volar
cubriendo con sus sombras fugaces
nuestros cuerpos desnudos y dormidos
en el televisor Elvis canta y sonríe
mientras viaja en la caja de un camión,
en la habitación de al lado hay un perro ladrando
y hace un rato una chica lloraba junto a la puerta.
estamos en el hostal junto a la playa,
en otra ciudad junto al mar
las olas suenan por encima de Elvis
en el desorden de tu risa
que parece derramarse sobre las sábanas
habitando los silencios y la ceniza
y creo que no hay un lugar mejor para esconderse
en este instante concreto en el que nadie nos busca
si acaso
dos asientos de ventanilla
en un tren con destino París
sólo para manosear los discos
de aquella tienda junto al Pont de Grenelle
besarnos despacio al pisar la calle de nuevo
y subir a casa cogidos de la mano.
Las cosas importantes siempre vuelven
para vernos sonreír de nuevo
para que les contemos un poco más
sobre el noble arte del escapismo
26 de mayo de 2011
al menos sálvate tú
Recuerdo las cuerdas,
su roce, quemándome la piel
al desprenderse de las muñecas.
Verlas caer al suelo con un golpe sordo
como si formaran parte de mi cuerpo roto.
También recuerdo campos,
verdes, amarillos,
algunos rojos,
y una eterna carretera negra
atravesando el paisaje baldío
como una sombra del cielo.
Subiendo montañas para después bajarlas,
viendo todas las estaciones deslizarse
en un único día que duró varios años.
Y al llegar a casa,
tras haber superado todos los obstáculos,
descubrir que nada había cambiado:
que los peores perseguidores,
las tormentas más terribles,
seguían aferradas a mi cuello
igual que la culpa y el miedo en los días oscuros.
That old feeling
Es inevitable que los perímetros nos nombren, al fin y al cabo llevamos tanto tiempo trazando órbitas simétricas que nuestras manos pueden tenderse en la distancia y entrelazarse, como ramas de árboles, sin que nos movamos ni un centímetro. Y tal vez haya mañanas de primavera en las que nuestros pasos no resuenen a la vez, pero no dejan de bailar al ritmo de las mismas canciones: un disco que ni tú ni yo somos capaces de recordar, con algo verde en la portada, y desayuno para dos en el sofá, la luz de tu barrio entrando por la ventana. Como el recorrido de dos tizas de colores sobre una pizarra desnuda, el tiempo hace crecer las flores que nos pronuncian.
28 de abril de 2011
era tan fácil
porque la Vida,
subrayada y en mayúsculas,
siempre estuvo de este lado.
Por eso ahora estoy cosido a tu sombra,
y cada vez que alzas el vuelo me llevas contigo.
Y cuando cruzas los puentes y después los derribas,
sabes que sería capaz de atravesar el océano
caminando por el filo mismo de la navaja
sólo por llegar a tu lado,
y quedarme un paso por detrás
para seguir aprendiendo de nosotros.
Sentado como un niño eterno bajo un sauce,
escuchándote soñar en voz alta
con mandrágora sobre rocas húmedas,
con calas asomadas a la carretera.
porque la Vida,
a doble espacio y en letras de imprenta,
somos tú y yo en cualquier retrovisor.
subrayada y en mayúsculas,
siempre estuvo de este lado.
Por eso ahora estoy cosido a tu sombra,
y cada vez que alzas el vuelo me llevas contigo.
Y cuando cruzas los puentes y después los derribas,
sabes que sería capaz de atravesar el océano
caminando por el filo mismo de la navaja
sólo por llegar a tu lado,
y quedarme un paso por detrás
para seguir aprendiendo de nosotros.
Sentado como un niño eterno bajo un sauce,
escuchándote soñar en voz alta
con mandrágora sobre rocas húmedas,
con calas asomadas a la carretera.
porque la Vida,
a doble espacio y en letras de imprenta,
somos tú y yo en cualquier retrovisor.
11 de abril de 2011
sobre fuerzas conservativas y no
Me hablas de un instante concreto, de un día cualquiera de hace unos años, antes de que la ola empezara a abrazar la piedra, y me sorprendo cuando tengo que hacer un esfuerzo para recordarlo, como si lo hubiese envuelto la niebla del tiempo. Imaginar de nuevo el escenario, los personajes; construir la secuencia desde cero. Hay tantas cosas que han cambiado, sentimientos que dan unas cuantas vueltas, nos miran a los ojos y un día dejan de existir, sin más explicaciones. Y no puedo evitar preguntarme por la capacidad de almacenamiento de emociones que tenemos, cuando cada día es una celebración, una colección de momentos que etiquetar y recordar, pequeñas fotografías que van cubriendo las paredes de mi corazón, desde el suelo hasta el techo, como diminutos azulejos, todos diferentes; formando una estructura completamente nueva, algo que nunca antes había estado ahí.
Pronunciarte siempre fue una forma de redescubrir el mundo desde este lado, en el que no existe la gravedad y la luz entra por todas las rendijas. Si el trabajo para desplazar una partícula entre dos puntos fuese independiente de la trayectoria seguida, no tendría ninguna importancia el camino recorrido desde la primera vez que nos vimos hasta esta fotografía torpe, movida, en la que estoy dibujándote con trazos imaginarios mientras te recoges el pelo sobre la nuca. Nuestra forma de querernos siempre fue diferente, nunca tomamos el camino fácil, y evidentemente, si no nos hubiéramos perdido nunca habríamos llegado al mismo punto de destino. Si no hubiéramos saltado en ningún momento; si no hubiéramos coincidido en la profundidad inhóspita, en la travesía del desierto que nos estremeció en etapas diferentes. Tan cerca el uno del otro que parecíamos incapaces de vernos.
Y ahora alza el vuelo un poco y míranos en perspectiva: completamente embriagados, rodeados de esquejes de nuestro universo, que empezó siendo una cáscara de nuez a merced de la tempestad, y poco a poco ha ido creciendo; está en constante expansión, cubriéndolo todo, como la vida va dejando sus pequeñas pinceladas en los rincones cotidianos, para recordarnos que hemos detenido el tiempo y estamos ahí, abrazados, apurando cada paso. Creando algo.
27 de marzo de 2011
audio connection box
En el coche, si estás tú,
casi siempre suena el mismo disco.
De hecho, si algún día, sin motivo aparente,
me da por echarte de menos mientras voy conduciendo,
lo único que necesito es elegir la canción adecuada,
y apareces de repente, invocada,
como traída de cualquier lugar remoto
a través de la música y su magia.
Creo que algo parecido a eso,
un dardo al borde de la diana,
es lo que intento expresar cada vez que grito
que mi mundo está florecido de ti.
4 de marzo de 2011
2 de marzo de 2011
the gardener
Buscaba la esencia, reducir el mensaje al máximo para que no hubiera ninguna palabra de más: porque nada de lo que pueda decirte en este momento es ni más ni menos importante que el resto. Pero entonces volví a mirar tus ojos en aquella foto; doblando la esquina y sonriendo mientras haces esfuerzos sobre la nieve para no resbalar. Mirando a la cámara, con una mezcla imborrable de seguridad y esperanza en que algo bueno va a llegar del brazo de ese chico, que camina algo encorvado y sonríe de una forma mucho más tímida que tú. Y sencillamente es imposible, es inevitable reconocer mi fracaso al aproximarme al misterio. La solución es limitarme a dejar que el disco gire; cerrar los ojos, y tratar de estirar los dedos hasta casi rozarte, sabiendo que entre los surcos, en cada crujido, hay algo inabarcable, una magia que se produjo hace casi cincuenta años y que ya nunca volverá a producirse. Y créeme, podría estar varias vidas orbitando alrededor de ese sentimiento, y nunca encontraría la llave maestra. Aquí va otro mensaje en la botella, seguramente con palabras de más. O de menos.
22 de febrero de 2011
axiomas
Los acordes se repiten en una letanía, como un bucle de caricias que va derramándose sobre tu espalda. Y le doy vueltas a las fotografías que sobrevivieron al incendio, para intentar encontrar un rastro de recuerdos que me permita encontrar las palabras adecuadas. Pero una y otra vez me detengo, quedo atrapado en un instante concreto, siempre en el mismo; y entonces se deshacen todos los intentos por dibujarte, por conseguir acercarme a los destellos de algo que se compone de varios movimientos, una suite donde podemos reconocernos a oscuras. Buscando como alquimistas el elemento oculto, la forma perfecta de mirarnos a los ojos. Tejiendo un rincón para nosotros, en mitad del ruido del tráfico, los periódicos viejos y las piedras que nos contemplan; la vida que nos va moldeando, a fuerza de golpes y guiños, pero abrazados cada vez que se esconde el sol. Intento de nuevo otra aproximación al misterio que encierras, pero me quedo en las afueras, donde no hago otra cosa que sonreír y jugar a la ruleta con la memoria y las canciones que hablan de nosotros sin palabras. Tal vez ahí esté la clave de bóveda: en despojarnos de las definiciones, limitándonos a deshacer todos los nudos y dibujar nuestros propios mapas. Nadie que haya llegado hasta aquí se ha preocupado nunca por explicar la ruta.
31 de enero de 2011
nuevas instrucciones para salvar el mundo
básicamente consiste en tropezar,
caer en el barro una y otra vez,
levantarse como si no hubiera pasado nada,
mirar al sol a la cara
y girar los retrovisores convenientemente
para que apunten al asfalto.
Caminar a tu lado observándote de reojo
y sonreír como un tonto,
recorrer todo el viaje de ida
y el de vuelta
sin dejar de pensarte,
cerrar las heridas que nadie abrió,
hacer cientos de borrones
y ninguna cuenta nueva,
todo eso
también forma parte de la ruta
como si en realidad
todos los mapas estuviesen equivocados,
y sólo nos guiáramos
mediante dibujos en las paredes
dando tumbos sobre un pentagrama
al que le faltan los dos últimos compases.
26 de enero de 2011
ahora
Vamos a toda velocidad, somos tan rápidos que el miedo nos ve pasar desde el arcén, y cuando hace demasiado frío tratamos de calentarnos las manos para poder seguir aporreando el piano hasta reducirnos a astillas. Nos tenemos cogida la medida, conocemos la distancia exacta desde la que disparar, y desde el primer día hemos aprendido a golpear dos, tres veces, algo sencillo, para volver a alejarnos antes de que nadie pueda darse cuenta, aquí no ha pasado nada. Salen palabras de colores por todas partes, y donde menos te lo esperas hay un amanecer privado, sólo para nuestros ojos; porque rescatamos aquel pedazo de tiza que encontramos en las escaleras, y desde entonces lo utilizamos para encender hogueras. Buscamos el lugar del que brotan las flores más altas, inventándolas cada vez que se esconden. Celebramos pequeñas victorias, conquistas, asaltos, colocando nuestro estandarte hecho con papel de periódico donde más llueve, para ver si el motor deja de girar en algún momento y nos atrapa juntos. Hemos hecho nuestra cada página del cuento, porque somos capaces de saltar de un lado a otro sin perder la referencia del abrazo. Si todo esto no alimenta tus lápices, debes saber que antes de llegar al semáforo ya quiero volver.
12 de enero de 2011
brand new day
Porque detrás de todo,
cuando termina el ruido y se apagan las luces,
nadie conoce las frases no pronunciadas;
los gestos que jamás nos hacemos
y las excusas que nunca hemos necesitado.
Existe todo un universo paralelo,
inhabitado y ártico,
de verbos en subjuntivo, de sonrisas subterráneas
como incendios sin oxígeno que nunca se consumen;
ahí guardamos todas las ausencias y los recuerdos
soñando siete caminos alternativos
mientras vamos construyendo éste día a día;
viendo cómo al otro lado de la ventanilla
todo se va haciendo más pequeño
y nosotros cada vez somos más de verdad,
atravesando nubes de papel y espejos de agua dulce
para dejar de ser aquellos dos acróbatas
que se perdieron una noche al volver a casa.
28 de diciembre de 2010
caracolas y caricias
Caracolas y caricias se enredan en tu vientre
como retazos de una playa que hoy nos pertenece.
De pie frente al mar, en silencio,
descalza y con tu abrigo gris,
sabiendo que te observo desde la arena.
Hay una única nube en el cielo, testigo mudo de la escena,
pero el viento aquí es frío
y nos envuelve como en una noria.
Pronto subirá la marea,
te girarás sonriendo
y entonces el tiempo se detendrá de nuevo
para permitirnos abrazar la sal a ciegas,
beber el aire seco
que nos brinda una tregua inoportuna.
Tal vez aproveche el momento
para intentar devolverte en un descuido
alguno de esos besos
largos
que te debo.
10 de diciembre de 2010
chi mi difenderà dal tuo bel volto
pero siempre prefiero volver, siempre decido quedarme a tu lado, un paso por detrás tal vez, aunque hay días en los que no puedo evitar vernos en los extremos de una balanza: con un poco más por tu lado o por el mío se desequilibra nuestro abrazo, y los platos acaban en el suelo; parecemos siempre a punto de hacer coincidir los momentos, pero resulta terriblemente arbitraria la forma de movernos, girando alrededor de algo que tenemos cada vez más cerca, subidos a un carrusel en espiral. A pesar de los giros y los tiempos discontinuos, o precisamente por esa colección de motivos desubicados, todo cuanto hacemos está orientado a encontrarnos, bailando en la misma baldosa, tarde o temprano. Por eso no me hago sangre cuando te sé lejos: porque antes lo estuve yo, y ahora no tengo ninguna intención de demandarte nada, de exigirte nada. Sencillamente no funcionamos así. En cambio sí que siento a menudo la necesidad, el impulso, de ir donde estés y hacerte sonreír, cuidar de cada momento compartido para que no te vuelvas a asomar al borde, que todo lo bueno se queda siempre de este lado, del lado que habitas. Y los instantes son tan efímeros, pero dejan una semilla tan grande, que resulta casi imposible plasmarlos, tratar de atraparlos, de compartirlos con alguien que no entienda nuestro idioma, ese sistema compatible indeterminado que componemos cada vez que estamos cerca, cada vez que nos besamos y llueve afuera.
(cuando cruzamos la alameda me apretaba contra ti, como si fueras a echar a volar de un momento a otro)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)