Empezó a bailar, y yo desperdicié mi tiempo y el suyo persiguiendo sueños rotos. En el fondo estaba vacío por dentro, sonaba a hueco, y nada podía evitar que me cayese una y otra vez desde el decimoquinto piso tan sólo por tratar de acariciar una estrella fugaz. Y al final siempre ruedo por el suelo sin necesidad de cuenta atrás; soy el nudo capaz de meter la pata y perder los sentimientos a las primeras de cambio; por eso la princesa de los besos a medias protesta y con razón. Aún así, guardo todavía el sabor a fotograma que me dejó aquella noche, y cuando la despojo de disfraces, puedo ver su verdadera dimensión. Me gustaría pensar que lo mismo que puedo hincar las rodillas en el barro y escupir veneno tan a menudo, estaría muy bien tener la capacidad para guardar silencio en los momentos adecuados, no disparar contra quien no lo merece y no tener que desandar el camino de vuelta a casa con la derrota grabada en la frente.
3 comentarios:
Hay noches en las que no es posible bailar a medias, solo valen los extremos de la barra para poder equivocarnos en ambos sentidos. Lo bueno de ello es que al día siguiente recuperamos la noción de nuestro propio veneno. Y no es la solución pero al menos ayuda.
Bueno, digamos que mu caballero nostuvo con quien sea ella, sobretodo (todojunto) teniendo en cuenta que cuando una mujé habla mucho y poco interesante dice es porque está asustá.
Pero vamos!...
Tampoco es pa ponerse así, el que nunca haya disparado contra quien no lo merece que tire la primera crítica.
Beeeeeeeeeso
PD: Quisiera saber cuando me habré tragado yo un andaluz, en fin, póngale acento porteño a lo dicho.
Cuando uno se aburre, se retira y no aguarda esperando q su genial mente se colapse con más nombres perdidos en lejanas epocas,o a la espera de q alguien empiece a bailar, a no ser q sea una técnica de agudizar su afilada pluma para escribir de esa manera.
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