18 de febrero de 2004

a Luna, por sus balcones

No hay mejor modo de romper los lazos que me atan a la rutina de los días inservibles que lanzarme con los ojos cerrados hacia tu presencia sin cremalleras ni fechas de caducidad. Odio pagar a plazos las hipotecas de los besos que di sin querer, y en las baldosas de mi calle se ocultan todas las historias de amor que acabaron sin perdices. Harto ya de intercambiar billetes falsificados con ladronas de guante blanco, me refugio en el calor de tu camisa azul y me escapo volando sobre la alfombra mágica de tu dormitorio, con un gorrión en cada mano y sin permisos de circulación. Al fin y al cabo, tú y yo hablamos el mismo idioma: papeles firmados, bisutería de oferta, cenizas en el aire.

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