dejé mi corazón enterrado en las nieves perpetuas
traté de subirme al último vagón en marcha
sin saber si me llevaba al destino adecuado
vi pasar ante mí las oportunidades que más brillaban
aprendí que las heridas no se cierran solas
me volví un experto en deshacer nudos
olvidé dar la vuelta a los relojes de arena
acaricié las llamas un poco más de lo debido
intenté escapar de las emociones precocinadas
no regué las flores a tiempo
cuando más silenciosamente lo pedían
y disfruté del desierto por una temporada
me transformé en río y mis aguas se evaporaron
cuando regresé seguía siendo
ese niño que sonríe en la fotografía
como si no tuviera miedo a recorrer el alambre
así que abrí la maleta sobre la cama
y descubrí que estaba vacía
y que todo
Todo
se había quedado aquí
dentro
9 comentarios:
Y a mi que estos versos me hacen pensar en My blueberry nights...
Grandes palabras, grandes.
Mejor no saber si el destino es adecuado o no. El cosquilleo en la boca del estómago al dejarse sorprender es una de las sensaciones más enloquecedoras que conozco.
Me gusta como escribes....
Como saber en cada momento que lo que hacemos esta bien o no? Es un riesgo ,una apuesta que tenemos que estar dispuesto a jugar.
Las vivencias mejor guardarlas bien en el cajon de tu memoria ..pues las maletas se pierden en los aeropuertos,jeje.
UN beso
Y seguramente cada una de esas vivencias te ha dejado una cicatriz. Yo ya dije hace tiempo que me perdí en el momento en que dejé de sonreír en las fotos, y ahora poco a poco me voy encontrando a trozos.
Sí, Bon Iver es... es... increible, es perfecto.
Me gusta tu inventario de niño que aún sonríe en la foto, de último tren, de desierto y río, de maleta vacía, de mirar a tus (adentros). Funámbulo, equilibrista sobre el papel.
Un abrazo
Alma
No importa el destino, sino si vas a volver.
Me gustan tus versos, te agrego a mi lista de blogs para visitar, un saludo!
Ni importa si estén en verso o en prosa tus palabras, ni el día en que yo me siente a leerte.
Sigues siendo emocionante.
Me he acordado de esa novela de Roger Wolfe: Mi corazón es una casa en el fondo de Infierno ( título que creo que tomó prestado de unos versos de Luis Rosales, pero no estoy segura)
Publicar un comentario