Siento mi mente incendiada
veo reflejos de la tormenta
que superé con mucho esfuerzo.
Me mira la pantera
desde su privilegiada atalaya.
Nunca sé comportarme
y me abruma tu presencia;
me acerco a ti procurando
mantener la distancia de seguridad
(la única verdad que conozco eres tú)
y tú te das cuenta y me ofreces un brindis.
Luego apago el fuego
y me lamento por nada.
Soy el soldado que llama
a la puerta de la reina
pero nadie sabe el secreto,
ni siquiera tú.
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