20 de noviembre de 2007

el hombre de hojalata

Trato de escapar de las cadenas de montaje y siempre busqué moverme al ritmo de la música sin conseguirlo; así que en día a día prefiero el latir del corazón a los relojes atómicos: siempre sobre el alambre, a veces acelerando y otras veces a punto de detenerse. No pretendo romper la baraja y llevarme los trozos, pero sólo tengo un único escaparate y guardo los mejores momentos en el almacén. Por eso de vez en cuando ves un reflejo oscuro, o una mirada que no comprendes, que sólo representa un instante nublado en plena tarde de verano. No puedo demostrar más heridas de guerra que las que ves; no son demasiadas y seguramente tú tienes más. Pero cada uno decide a qué velocidad navegar, y luego sopla el viento y reajusta los nudos a su antojo. No le busques un destino a cada gesto, hay trenes que simplemente salen de la estación y nunca llegan a ninguna parte. Dices que el tiempo se puede parar... sólo hay que respirarte. No aspiro a subastar clases prácticas de supervivencia; sólo pretendo no tener que mojarme más de lo estrictamente necesario cuando se rompan los diques.

5 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Me has recordado el camino de baldosas amarillas en esa película que vi tantas y tantas veces. Y al hombre de hojalata, claro, que era mi preferido. Quizás sólo se necesiten unas gotitas de un elixir no tan mágico para que todo funcione como debe.

Sé que te lo he dicho muchas veces pero me encanta como escribes.

BLQ dijo...

es necesario coger uno de esos trenes, a veces pensamos demasiado en el destino cuando lo más importante es no preocuparse, dejar llevarse a un lugar, a un tiempo y lejos de todo instante, de todo paisaje recondito para sentirse realmente libres.

coincido con el post anterior, a veces un elixir, sea cual sea, puede hacer funcionar mejor los diferentes componentes de un mundo cualquiera... el nuestro

Estepa Grisa dijo...

es lo que tiene la navegación marítima, que curte la piel y envejeze bellamente, con olor a sal.
los atomistas dirian que el corazón también es atómico, los sofistas que todo es relativo, tales que todo es agua, y regresamos al concepto de navegar por el mar.



siempre te leo, aunque a menudo enmudezco.

Anónimo dijo...

¿Ella sabe dónde estás para irte a buscar?

Anónimo dijo...

Escribes realmente bien . Enhorabuena . Leyéndote se disfruta , se piensa y se encuentra ...

Procuraré pasarme por aquí de vez en cuando .

Un saludo

Ángela