Tenías una constelación en el cuello y yo giraba a tu alrededor, buscando la cadencia adecuada, el ritmo secreto para acompasarme a tus sonidos. Las velas ardían despacio, y tú no querías creer los pequeños retazos de vida que asomaban en los gestos más sencillos, como si fuera necesaria una máscara para enfrentarse al peligro. Nos rodeaban las visiones enigmáticas, que convertían cada minuto en un largo plano secuencia sin las omnipresentes líneas de diálogo, pero cargado de significado. Y después de todos los fuegos de artificio, detrás de los telones, estábamos nosotros, vulnerables, bajando las escaleras, escenificando la fotografía del freewheelin´, dejándonos contagiar por el frío y la noche; tú buceando en las profundidades de las palabras para encontrar una explicación coherente, yo demasiado cansado para tomar ninguna iniciativa, simplemente respirando hondo y aprovechando los momentos adecuados para tratar de abrir un poco más la ventana. Con el silencio más inesperado, o a veces tras el escudo del vaso vacío, pero siempre buscando las estructuras más complejas para pronunciar las palabras esenciales. Tu sinfonía interior, y mi acorde disonante e inoportuno, al final del penúltimo compás.
3 comentarios:
Soy una anónima que dejará de serlo a la de 3!
1,2,3 ya!
Llevo meses leyendote, incluso me voy a confesar: te agregé a favoritos hace mucho.
Por aquel entonces yo aún no tenía blog,ya si, aunque no tenga nada que ver con este (por el contenido y tal)
En fin, solo alabarte un poco, me encanta tu forma de escribir y encuentro en cada una de las líneas algo que se asemeja a mis historias pasadas, quizá por eso me enganche a leerte ^^
Seguiré haciendolo.
Un beso!
A veces nosotros no sabemos escuchar nuestros propios acordes, parecen disonantes y en realidad son la última pieza del puzzle.
Soy yo la que tiene un oído enfrente del otro :P
Respira hondo y luego expira despacio.
que bello escribes amigo, eres un filosofo escritor de aquellas...
www.extremisimo.com
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