31 de mayo de 2006

blue moon revisited

Esquivé la primera ráfaga, pero no tuve tanta suerte con la segunda. Me dije, mide bien tus pasos, parece que esta vez va en serio. Y de nuevo esa sensación de ser un pedazo de historia entrecortada, que se va ahogando lentamente a base de un par de disparos a quemarropa cada vez que el viento cambia de dirección. La habitación estaba vacía, o podría haberlo estado, y las huellas de nuestros pies descalzos se adivinaban sobre la arena de una playa imaginaria que sólo ella y yo podíamos habitar. Estaba dispuesto a pasar de largo, a seguir caminando, quería evitar el fuego cruzado. Pero ella desenfundó atrapándome con la guardia baja y sin vías de escape. Sus palabras me atravesaron la espalda, congelándome las ganas de huir. Pensé entonces, todo esto que hacemos, esta forma de buscarnos, tiene el horizonte de encontrar en la otra persona lo que no somos. Me refiero a sus intentos de ver más allá de mis ojos, como si existiera alguna barrera que derribar. También yo creía poder entender, a través del caleidoscopio de su melena, nuestra realidad hipotética, el huracán visto desde la esquina más alejada del vórtice. Realmente, nada de aquello encajaba con su vida ni con la mía, pero nos gustaba imaginarlo, cerrar los ojos y dibujar líneas en el aire. Durante siglos se había dedicado a tejer una red en la que yo me iba dejando caer, quedándome cada vez más dormido como sólo puedes dormir en tu propio hogar. Siendo consciente de que al despertar el hechizo habría concluido y ya nada tendría sentido entre nosotros. Entonces la despedida, y el tiempo entre cosechas al que nos acostumbramos. Podemos seguir nuestros caminos, viviendo la mitad de lo que nos corresponde y preparando el terreno hasta el siguiente tiroteo. Pronto volveremos a encontrarnos. Y para ese momento yo procuraré tener a mano un chaleco antibalas.
O al menos una respuesta rápida.

6 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Los muros son más útiles que los chalecos, especialmente si te encuentras con una experta tejedora de redes, sino siempre puedes correr deprisa hasta que te estallen los músculos o cerrar los ojos tan fuerte que sólo veas mariposas. Y también puedes optar por tomar el somnífero adecuado y dejarte mecer... olvidando toda respuesta.

Marta dijo...

Es muy probable que no te sirva de nada el chaleco antibalas, ni siquiera por lo que dices, las respuestas rápidas serán suficientes, creo que lo más eficaz será que cierres los ojos y te predispongas a seguir dibujando líneas en el aire.

Joanaina dijo...

Cuando entré pensé que me había equivocado... Me gusta que se acerquen cambios ;)

Anónimo dijo...

Entro por primera vez en tu blog y me quedo maravillada. Me encantan tus posts. Saludos.

Natxo sin parentesis dijo...

Una respuesta rápida que morirá en la comisura de los labios mientras te pierdes imaginando el tacto de su pelo. De lejos resonará el ultimo "bang"

Anónimo dijo...

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