15 de junio de 2006

ciclo

Hacía ya tiempo que veíamos acercarse la tormenta, pero tus ojos siempre me parecieron aguas tranquilas. Recuerdo el viaje, la oscuridad y aquella forma que todos tenían de mirarnos, como fuéramos culpables de desvelar el secreto, de no divulgar los misterios. Parecía que el destino nos iba a aplastar como un elefante a un junco, y después nos levantaríamos intactos. Nadie es capaz de sentir el vértigo en ese momento, aunque acabe de trepar desde el fondo del precipicio y apenas pueda sonreír. Más tarde todo se convierte en hueco que pronunciar, en posibilidad perpetua, recuerdos flotando en el aire y montaña de platos sin fregar. Piénsalo bien, estás a punto de echar a rodar de nuevo la bola de nieve; de sobra conoces lo bueno y lo malo que está por venir. Como en aquella tormenta de verano, tú decides dónde resguardarte.

1 comentario:

Marta dijo...

Creo que los ciclos se ven venir, pero uno se sube a lo alto y empuja la bola de nieve sin pensar, en el momento en que se piensa, es que ya no hay nada que pensar. ¿Has escogido ya tu sitio para resguardarte?