13 de febrero de 2006
blue moon
Bueno, pasaron casi dos años hasta que volví a encontrarla. En este caso, ella me encontró a mí, yo ya hacía tiempo que había dejado de buscarla. La situación fue parecida a la vez anterior, un caos desatado, las estrellas bailando allá arriba, nosotros corriendo de un lado para otro en la noche interminable y de repente una voz, una mano que se alza y una sonrisa. Estás igual que antes, fue lo primero que me dijo. Seguramente tenía razón; la verdad es que ella también, al menos de cara al mundo que nos miraba como si de golpe hubiéramos caído del cielo. Sin embargo, a medida que hablábamos, o mejor dicho hablaba ella por los codos y yo la escuchaba incapaz de actuar, me di cuenta de que algo había cambiado: tal vez ella había ido demasiado deprisa, tal vez había alcanzado la velocidad de la luz demasiado pronto, y ahora era tan tarde y nos echábamos tanto de menos. Se habían acumulado los demasiados, las cuentas pendientes. Siempre tuvo urgencia por crecer, alergia a las salas de espera, y de repente se encontró envejecida, con mucha más vida encima de la que merecía. Al final de la noche nos abrazamos como solíamos hacer, pero algo se había quedado aparcado en el arcén, y ni ella ni yo podíamos desandar el camino de vuelta a casa.
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2 comentarios:
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