12 de mayo de 2005

Empezando por K

A menudo la vida no es mucho más que un silencio previo al disparo, una sucesión aleatoria de triunfos pasajeros y desengaños sin postre. Aproximadamente veinte minutos para despegar, nadie en la sala de embarque y colas en el arco de seguridad: es esa alternativa, esa sombra que sólo se despega de nosotros cuando saltamos al vacío, la que nos hace temblar al pensarlo dos veces. Emergencia, milagro, fin, desconfía, no va más, gana la banca, el pan nuestro de cada día. Cuando me quede sin cerillas, cuando empiece a sospechar de todos los que evitan pisar las líneas blancas al cruzar la calle, sabré que ha llegado el momento. Hasta entonces, ruido blanco: esperaré aquí sentado, afilando mis razones de peso, viendo descender la arena del reloj.