21 de mayo de 2005

O es que acaso no hay mañana

Ojalá fuésemos capaces de amarnos con los ojos cerrados, de abrazarnos sin tener una duda sujetándonos por la espalda. Ojalá no nos importara pisar los cristales rotos. Y poder romper con los sentidos, siempre nos traiciona el olfato. No sentirme parte de un ovillo desmadejado, como un temblor que se desmorona. Soy el niño que esconde la cara en la almohada, el perro convaleciente, me pueden las ganas de tirar la toalla. Quisiera empezar a verlo todo a través de una lente deformante, cadena perpetua para expiar nimiedades. Si no te lo cuento me siento incapaz de dormir esta noche, aunque sé que es un detalle sin importancia, con el peso específico del litio. Son las nubes de algodón las que me hacen doblar las rodillas, nunca tuve ninguna resistencia para derrotar a los monstruos que yo mismo creo de la nada. Dame un soplo de aire, un cable para lograr escapar del barro. Se apaga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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