5 de julio de 2010

Salvar el mundo en tres pasos (de baile)

Amanece y el chico sin sombra está tratando de recoger todas las piezas. Sabe que es tan difícil que no deja de intentarlo. En el otro extremo de la calle, la chica sin alas llora por algo que ha perdido incluso antes de saber qué es. Los dos piensan, todo sería mejor si, pero hay demasiados condicionantes, demasiadas alternativas y un único sol, que les calienta pero que nunca es suficiente. Se han cansado de jugar a perseguirse, de pronunciarse y negarse en los labios de otros como si nada más importara. Hay llaves por todas partes, pero el chico sin sombra olvidó qué puertas tenían algo que mereciera la pena al otro lado, y la chica sin alas acaba de regresar de un viaje eterno entre el humo de los cigarrillos y los ecos de las últimas risas. Ahora sólo quiere salir a bailar, aunque a estas horas los pocos bares que siguen abiertos no son nada recomendables; así que se contenta con caminar por el filo con los ojos cerrados e inventar un lenguaje en el que el amor no duela tanto. Como si aún quedaran muebles que salvar, nudos que desatar. Ha enfriado cada emoción hasta convertirla en un cristal de hielo, algo que tener a mano y arrojar si es necesario.

Tienden a encontrarse de una forma inconsciente, mientras recorren un camino invisible, de camas deshechas, ciudades que nunca existieron y de una certeza pesada y rápida como un zarpazo, que va creciendo y creciendo y que acaba por sumergirlos en una realidad diferente. Así fue la primera vez, y todas las demás han ido repitiendo el mismo estribillo con pequeñas variaciones. Cambia la decoración de la habitación del hotel, las pintadas en la pared del baño de caballeros. Pero el mensaje sigue siendo el mismo aunque pretendan enfrentarse a él.

El chico sin sombra es un árbol que surge solitario en medio del desierto por el que camina a tumbos la chica sin alas. Antes de que acabe la canción le susurra al oído: puedo secar tus lágrimas con mis hojas, pero no me pidas que siga tus pasos.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"Antes de que acabe la canción le susurra al oído: puedo secar tus lágrimas con mis hojas, pero no me pidas que siga tus pasos."

A veces basta con eso y otras no...

Cómo saber cuando es el momento? Complicado, muy complicado.

Complicado saber cuando es el momento y complicado es descubrir que se quiere dar el paso.

Me ha encantado!

peter dijo...

un eterno bucle

Meme dijo...

Tristes son los desengaños que llevan a esta triste vida. Pero ya encontrará el chico su sombra y ya se pondrá la chica sus alas, tiempo al tiempo.

Unknown dijo...

Me ha encantado! ;)

Anónimo dijo...

Me has puesto los pelos de punta con palabras tan bonitas. A lo mejor puede la chica sin alas puede construirse unas nuevas con las hojas del chico sin sombra.muás

Elena -sin h- dijo...

Y ¿qué pasa si necesitamos más que tres pasos (a traspiés)?

Dear prudence dijo...

por ahí ninguno de nosotros tiene sombra y somos árbol.
Saludos

Estepa Grisa dijo...

clink clink

crash

We Speak Music! dijo...

¡Hola! Te invitamos a disfrutar de nuestra segunda entrada y a conocer a un nuevo grupo. Esperamos que te guste y nos sigas si te parece interesante.
¡Un saludo!
@We Speak Music!

SE dijo...

Vaya, precioso baile de referencias. ¿Existe la imagen especular de la chica con alas y el chico-sombra?