6 de enero de 2010

If you don’t think you have the blues

Definitivamente no entraba en mis planes, y yo me disolvía rápidamente en los suyos, como si fuéramos sal y tequila. Llegó en la estación de las tormentas, con una pistola sin balas y sin ganas de recoger los pedazos. La inercia nos fue arrastrando mientras secábamos todos los bares; algunas noches éramos stand by me, otras oh darling. Más tarde descubrí que si tengo que medir tanto mis palabras, tal vez no merezca la pena iniciar la conversación; tarde o temprano nos cansamos de perseguir nuestro final feliz, y no hay suficientes para todos. Te cambié mi silencio por tu mirada, mi sombra por tu luz, pero nunca era lo que buscabas. Así que antes de desmontarme como un puzzle y quemar las naves, me volví curva del camino, ventana que sólo se abre hacia fuera. Hay historias que se rompen en mil cristales afilados, otras simplemente mueren de hambre. Ahora prefiero escuchar el delicado sonido del trueno desde el puerto, sin sentir el vértigo que daba tratar de entender el mundo desde una nuca que se transformaba en remolino al menor descuido.

El viento siguió golpeando los espejos, pero yo ya no estaba al otro lado.

9 comentarios:

Insthar dijo...

Eres magnific@...
me gusta como escribes..
Un saludo

Anónimo dijo...

¿Siempre es ella la mala de la película?, ¿No hay errores tuyos en esta historia?, claro, es lo malo de no poder leer las dos versiones.
Igual es muy bonito el escrito, como siempre lo son tus formas de acomodar palabras.


Beeeeeeeeeeeeeeeeeso

peter dijo...

si escribe des del lado malo de la película acabamos todos con un trauma y con los ojos abiertos de par en par.

(PD: feliz año)

Elena -sin h- dijo...

Las historias no deberían morirse de hambre, habría que lanzar a su alcance palabras concretas, vientos de levante y la verdad sin máscaras.
Así, al menos, no moriremos de hambre también nosotros.

P.D. Quiero verte!

Rachel dijo...

Me encanta todo lo que escribes, es magnífico, es genial poder leer cosas así.
A veces es mejor sentir el vértigo que quedarse mirando los truenos desde el puerto.
Besos,
Rachel

Verónica Sedgwick dijo...

Pero a pesar de todo, seamos sinceros, nos acaban dando igual los remolinos, seguimos susurrando palabras a esa nuca aunque ya sin esperar lo mismo a cambio...

Mebusko dijo...

Gracias por comentar, porque acabo de descubrirte y me ha gustado mucho.
yo tmb me cansé un vez de medir mis palabras..y las consecuencias tdv las arrastro.
yo tmb volveré!

Estepa Grisa dijo...

Es verdad, cuesta. Yo no lo conseguí sola.

(Aquí no hay malos. Aquí no hay.)

eMiLiA dijo...

"Más tarde descubrí que si tengo que medir tanto mis palabras, tal vez no merezca la pena iniciar la conversación"

Me gustó, es algo que yo diría.

Gracias por la visita y me quedo leyéndote.

Saludos!