La princesa por un día baila a metro y medio de distancia. Estamos solos en el bar, la luz es lo suficientemente tenue, y el camarero friega distraído un vaso mientras mira de reojo el espectáculo. Yo estoy sentado en un taburete junto a la barra y la última copa empieza a quedar demasiado lejos. Supongo que debo de tener una expresión ridícula, pero no deseo estar en ningún otro lugar. Venir a este sitio ha sido idea suya; mientras pagábamos el café me dijo simplemente “me apetece quedarme”. Yo en aquel momento no sabía muy bien a qué se refería, todavía no lo tengo del todo claro. Pero estaba preciosa con el pelo cayéndole sobre la cara de forma estudiada y casual, y llevaba las uñas de los pies pintadas a juego con sus ojos. Más tarde me contó que había tardado media mañana en hacerlo, y me sonrió, las manos extendidas sobre
Supongo que me gustaría conocer el nombre de la princesa, poder compartir un segundo día a su lado. Tal vez llamarla por teléfono, ser consciente de que está ahí, cerca. Pero sé que los hechizos se deshacen como dibujos en la arena; así que disfrutaré del momento antes de que se evapore.
4 comentarios:
Nombres, palabras, qué importan frente a "lo esencial"...
...to my soul...
La esencia no es vivir el momento como si fuese el último, si no como si fuese el primero.
sencillamente maravilloso..
una delicia tus letras
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