El hombre de la brújula estropeada siempre tiene la sensación inoportuna, como si se moviera en un huso horario diferente del resto de personas que se cruza por la calle. Bucea a pulmón libre mientras todos saltan en paracaídas, y sobrevuela los tejados cuando ya no queda nadie más en el cielo. Le ocurre lo mismo en el amor, y sus sístoles y diástoles nunca comparten frecuencia, son algo huraños y parecen ese niño asomado a la ventana del patio en la hora del recreo. Por eso se deja tantas cosas olvidadas, cosas importantes, aparcadas en algún rincón cubierto de polvo mientras da vueltas y vueltas sobre sí mismo. Notas en las paredes, papeles pegados en la puerta del frigorífico, con todo lo que debería haber dicho y nunca dijo. No al menos cuando fue necesario hacerlo. Luego se hizo demasiado tarde y amaneció, precisamente cuando él comenzaba a disfrutar de la oscuridad. En este instante, en alguna otra parte del planeta ella escucha en boca de otro todas sus palabras no pronunciadas, pero el hombre de la brújula estropeada no puede dejar de mirar en la dirección equivocada: ha caminado durante demasiado tiempo para acabar descubriendo que más allá no hay nada.
El hombre de la brújula estropeada despertará un día y descubrirá que para orientarse lo único que necesita es escuchar su propia voz. Olvidar voces pasadas. Romper todos los retrovisores. Definitivamente, las estatuas no van a llorar.
5 comentarios:
Dicho así, o el reloj te atrasa o el tiempo de hoy no será visto si no hasta un mañana, vete a saber cuan lejano, como siempre.
Las estatuas no lloran no, ya no pueden hacerlo, sin embargo no conozco estatua sin modelo de carne y hueso y han levantado más estatuas en recuerdo de las lágrimas, propias o ajenas, que en honor a una sonrisa.
Y al arte se lo escucha, huele, toca, mira y gusta como a los carros, distinto será como se lo sienta y ¡Bué! es luquihay.
"El mundo es injusto chaval, peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero...
Un día tú y yo tenemos que romper todos los retrovisores.
Quizás en la imagen que nos devuelva el ayer hecho añicos podamos escribir un mañana sin retales. Con el olor de la ropa limpia un domingo de sol por la mañana.
Una pequeña historia triste y bonita a la vez...
Ojalá algún dia el hombre de la brujula estropeada oiga la voz de su amada y vuelva a orientarse en su camino...;)
una poderosa vuelta de tuerca.
y es que el tiempo nos espera.
Cuando no te percatas, acabamos teniendo la brujula estropeada y le damos importancia a las cosas que menos la tienen. Como bien dices, sin escuchar nuestro cuerpo, nuestro corazon...
Me ha gustado tus posts y volvere a visitarte,...jeje
Un saludo
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