21 de marzo de 2008

don´t bring me down

Conocemos de memoria cada una de las piezas del rompecabezas. Si intentásemos colocarlas en un mapa, necesitaríamos dibujar uno distinto cada día. Nos desmontamos hasta reducirnos a arena y luego nos reconstruimos sin poder evitarlo, con la textura dulce de tus tijeras verdes. Me transportas sobre las olas de tiempo hacia el archipiélago que forman la luz incierta de la habitación, la persiana incapaz de escondernos totalmente del exterior y un posavasos recuerdo de algún viaje que todavía no hemos hecho. Buscando el punto de giro adecuado, el instante de silencio previo al trueno para poder ir hasta allí, llegar al borde mismo del precipicio y contemplar los dos arcoíris de fuego antes de que olvidemos la posibilidad de reservar una butaca en la última fila. La gente del vagón mira tus zapatos, mira sus zapatos, mira a todas partes con tal de no fijarse demasiado en nosotros, y todos los pasajeros están deseando que se abran las puertas para alejarse lo más deprisa que puedan. La felicidad provoca rechazo, lees entre dos peldaños de la plaza. Para conocerte no basta con desearlo, hay que esforzarse un poco y saber adaptar los relojes y los calendarios a las necesidades de abrazo. Detente en cada escaparate y sonríe al espejo del ascensor, porque estoy un paso más cerca de lo que piensas: entre la máquina de tabaco y la última estimación de resultados, con el noventaynueve por ciento escrutado. Bailemos en el estribillo, besémonos en las estrofas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cómo me gusta lo que escribes! Desde siempre (o desde que esto existe, más bien)
Biquiños.

Estepa Grisa dijo...

*Estepa se inclina y se saca la chistera mientras dice:

chapeau

sb dijo...

sorprendente declaración, digna de todo un domar de relojes y calendarios :)

Marta dijo...

Solo puedo desear que no dejes nunca de escribir.

Prudencio Hernández Jr. dijo...

has escrito esto con la batuta de un maestro..que sabe toda la música..y no la toca ..la siente y la hace sentir

Johanna dijo...

Leerte casi se ha convertido en una actividad imprescindible entre mis actividades rutinarias. Es todo un placer sumergirme en tus expresiones poéticas.Me declaro adicta a tu blog.
Gracias por plasmar tus creaciones artísticas através de este medio!!!

Elena -sin h- dijo...

La amargura que provoca la felicidad ajena es algo que casi nunca encontramos plasmado en los vértices de la literatura, será porque siempre buscamos ser mejores. Y es precisamente eso lo que se consigue cuando escribes historias como esta al borde de un pentagrama.

Te superas cada día ;)

Tormenta. dijo...

Hola guapo, qué agradable es, volver a leerte, y llenarme de sensaciones con tus escritos.
Lo echaba de menos,¿lo sabías?...

Un beso Jesús.