12 de febrero de 2008

aprendizaje

Hay rincones del laberinto que no son visibles desde el exterior, como quedan sumergidos mil gestos tuyos que todavía estoy interpretando. Traducir cada centímetro de tu espalda a nuestro idioma privado, atrapar los instantes de luz que generas, ser capaz de memorizar todas las idas y venidas que se nos van quedando sobre la piel, como huellas en la orilla. No nací sabiéndote, conociéndote; simplemente un día te encontré y descubrí que no había nada más en el exterior, que todo giraba en torno a ti. Por eso ahora trato de aprenderte como una necesidad vital: en la misma nube se dibujan juntos todos los tesoros que me ofreces de forma desinteresada y cada uno de mis intentos por ser mejor, por acercarme un poco más. No es algo a lo que me sienta obligado, forzado; simplemente quiero alejar los bordes y los límites que nos rodean, y que no nos crezcan malas hierbas al borde del camino que estamos construyendo. Tiéndeme la mano, abre las ventanas, mírame de frente y no necesitaremos ir dejando señales en las esquinas. Puedo recorrerte mil veces de norte a sur y en cada abrazo hallaría un nuevo milagro.

4 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Lo has descrito perfecto. Y para qué añadir nada más :)

Como sé que te gustará saberlo, que sepas que me has recordado a Quique :P

Esther dijo...

Jesús, siempre me haces suspirar cuando te leo.

Saludos guapo.

Esther dijo...

Hola de nuevo te he dedicado unas palabras en mí blog.. espero que no te molesto solo quería hacerlo.Un beso.

Anónimo dijo...

he leido algunas entradas tuyas del año 2003, el 2004 y alguna del 2005, y estas nuevas.

Me encanta como escribes, me pasaron tu dirección, pensando que me gustaría lo que escribes... es precioso.

Saludos.