15 de mayo de 2006
rachas de viento
Allí estábamos, todo cruces de caminos, cien mil kilómetros a la espalda entre los dos y algún que otro peso compartido sin saberlo. Nos encontrábamos en la frontera, los pies en la orilla, más allá del último desierto. Pero nadie se sentía roto, no había grietas a la vista ni inventarios de flores marchitas o piedras a punto de derrumbarse. Tal vez por eso, por la forma de sentirnos viejos conocidos, recuerdo con nitidez dos lazos de libertad condicional unidos por tijeras de filo curvo, un ramillete de dedos largos y la gente atravesando la calle con pesadas maletas rumbo a ninguna parte. Echaba de menos el viento sur, las partidas sin ases en la manga, los duelos al sol con balas de fogueo y sangre con sabor a salsa de tomate. Desde entonces tengo un balcón cerca por si las escaleras de incendios se rinden, tengo un charquito de agua que empapa granos de arena siempre demasiado sedientos, y también tengo una deuda pendiente, de esas que uno se siente orgulloso de pagar.
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4 comentarios:
Breve,conciso y siempre siempre genial. Utilizas las palabras como lo haria un gran chef cocinando un plato exquisito al que ningún paladar logra resistirse.
Besos.
...por un momento, me sentí esa otra persona que estaba a tu lado...
"Cuando me siento roto busco pegamento..."
Es curioso que lleve días sin escuchar esta canción, demasiado alegre para estos días de bochorno. Estos días de noches insomnes apetecen risas con cerveza, cuando el verano nos respira en la nuca y se han apagado todos los incendios.
Buenos textos... Enhorabuena, es un blog bastante interesante.
Saludos.
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