4 de abril de 2006
tragando soledad
Jugábamos a cruzarnos en la oscuridad de aquel bar lleno de gente, y sí, tú eras de nuevo algo delimitable, algo que yo era capaz de dibujar con los dedos sobre la acera ardiendo. Y volvíamos a pisar un territorio que los dos reconocíamos, a pesar del tiempo y de los golpes que nos habían alejado demasiado. Por eso cuando te miraba no podía parar de sonreír, de besar cada gesto tuyo inconscientemente, como si hubiera aprendido a hacerlo de niño y no fuese algo controlado. Ocurre siempre, como una ecuación matemática, y tú lo notas: cuando la música callada nos rodea todo lo demás desaparece, y sólo quedamos tú y yo, como la primera vez. Y duele, duele pensar en estos encuentros como en pequeñas pausas o estaciones de un viaje que no hemos elegido, cuando realmente desearía que ese momento, el brillo de los ojos, tu tacto distraído, se mantuvieran verdes, consiguieran permanecer de este lado y no del otro. Desearía no necesitar lápiz ni papel cada vez que quisiera abrazarte.
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9 comentarios:
qué bonito... "desearía no necesitar lápiz y papel cada vez que quisiera abrazarte"
Esos recuerdos son mágicos... y nosotros tratamos de evocarlos una y otra vez como si fuera la única forma de mantenerlos intactos en la memoria... la única forma de volver a sentirlos... pero ya no tienen el mismo tacto... ni siquiera hay tacto... eso es lo malo...
Un abrazo sin lápiz y papel
qué bueno seria entender alguien de forma que fuera delimitable, tener algo así, adjuntarlo en tu memoria como algo más dentro de ti.
espirales, espirales, espirales...
Sólo quería decir, antes de leer los comentarios, que la última frase es preciosa.
si lo deseas con fueza.. seguro que se cumple
y se fueron las palabras, se congelaron con el silencio...
Música callada, lápiz y papel, hermosos besos y abrazos. Sigue jugando…
una sonrisa y un abrazo
Tus palabras me emocionaron mucho..
Gracias..
Madison
Y a veces incluso en un papel duele tanto...
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