7 de noviembre de 2005
entreacto
Pregúntate cómo viste Irlanda desde el último vagón de aquel mercancías. Recuerda la humedad que nos hacía tener ojos tristes, sin ganas de colocar una cazuela debajo de cada gotera para que no nos molestara el ruido. Tus sueños siempre eran pesados, te gustaba soñar hasta el mediodía y mientras yo sólo podía asomarme a la ventana y ver la plaza desierta, inundada por la luz, como recién nacida. En cambio, tus noches nunca parecían terminar, incluso sobre aquel suelo de madera que alguien se encargaba de manchar al ritmo del vals escupido por la emisora de turno. Me mirabas y decías, la música es para escucharla, tratar de explicar una canción es intentar escuchar una acuarela, o tocar el olor del mar. Tal vez estuve en aquel banco de madera diez minutos más de lo que debía, sin duda porque tu falda de cuadros hacía juego con mi corbata, el humo de los cigarrillos y la forma que tenías de dejar caer un telón de terciopelo sobre la realidad al final de cada conversación. Sólo entiendo con claridad que aquí fuera hace más frío hoy que ayer, y me pregunto dónde estás esta noche.
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1 comentario:
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