3 de noviembre de 2003

Soneto de despecho

No me vendas lo que no quiero ganar
no me cambies mi día a día por tu noche a noche
no me acuses con tramposos reproches
por hacer cosas que no pretendo borrar.
No es inevitable estar como estamos
ni soportar el sufrimiento porque sí,
el regalo es para ti y para mí
y está en nuestra mano el rechazarlo.
Por mi parte no queda nada,
no hay rencor, odio o pena.
No hay espina atravesada.
En cuanto al filo de tu melena
tal vez esté ya encaprichada
de otro actor, en otra escena.

No hay comentarios: