26 de enero de 2011

ahora

Vamos a toda velocidad, somos tan rápidos que el miedo nos ve pasar desde el arcén, y cuando hace demasiado frío tratamos de calentarnos las manos para poder seguir aporreando el piano hasta reducirnos a astillas. Nos tenemos cogida la medida, conocemos la distancia exacta desde la que disparar, y desde el primer día hemos aprendido a golpear dos, tres veces, algo sencillo, para volver a alejarnos antes de que nadie pueda darse cuenta, aquí no ha pasado nada. Salen palabras de colores por todas partes, y donde menos te lo esperas hay un amanecer privado, sólo para  nuestros ojos; porque rescatamos aquel pedazo de tiza que encontramos en las escaleras, y desde entonces lo utilizamos para encender hogueras. Buscamos el lugar del que brotan las flores más altas, inventándolas cada vez que se esconden. Celebramos pequeñas victorias, conquistas, asaltos, colocando nuestro estandarte hecho con papel de periódico donde más llueve, para ver si el motor deja de girar en algún momento y nos atrapa juntos. Hemos hecho nuestra cada página del cuento, porque somos capaces de saltar de un lado a otro sin perder la referencia del abrazo. Si todo esto no alimenta tus lápices, debes saber que antes de llegar al semáforo ya quiero volver.

5 comentarios:

Meme dijo...

Jamie Cullum :)

Salomé dijo...

Es absolutamente genial...

Clementine dijo...

Que bonito leerte siempre.

Beauséant dijo...

un amanecer privado... sólo por eso valía la pena llegar hasta aquí ;)

Prudencio Hernández Jr. dijo...

admiro..lo que escribes