Todavía tengo algo de ti pegado a la piel,
por dentro,
aunque no sabría definir exactamente qué es.
Al volver a casa
encontré los restos de tu paraguas en una esquina
y traté en vano de recuperar los pedazos.
A veces pienso que crecer es precisamente eso:
aprender a capturar y filtrar los instantes,
ir poco a poco convirtiéndonos en una madeja
donde se mezclan recuerdos,
sueños, deseo, errores y aciertos
que van abriéndonos y cerrándonos puertas.
Y a mí cada vez me cuesta menos
confundir los reflejos y mirarme en tus ojos,
más cerca, más cerca, sin saber muy bien
de qué lado de la realidad ocurren las cosas;
como si tú y yo fuéramos
las dos hojas de un cuchillo sin punta,
un par de piedras en el fondo de un río.
Arrastrados por la corriente
ignorando a dónde ni por qué,
pero cogidos de la mano.
7 comentarios:
Siempre me quedo sin palabras cuando te leo. Balbuceos, tal vez...
Cuando no hay respuestas para preguntas importantes no suele haber camino
Es sencillamente así, tal y como tú lo describes...
Para que buscar explicaciones cuando todo se tiene tan claro..
una bella manera de encontrar lo que buscamos sin ir mas lejos que de nosotros mismos
yo creo que no he crecido, me he quedado pequeñita y a veces demasiado para alcanzar sueños
:)
ME ENCANTAAAA
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