A nadie le gusta caminar bajo tierra, pero hay días en los que al llegar a la meta me siento como un trozo de carbón. Creo que sé lo que necesito, y estoy convencido de que no tengo la fuerza suficiente para alcanzarlo; como si la manta nunca pudiera cubrirme por completo, soy un globo trazando dibujos imposibles en el aire mientras se desinfla. El camino está cubierto de polvo, y nadie se preocupó de reconstruir el puente cuando lo arrastró la riada. Las sombras que dibujan los árboles son diapositivas del pasado que nunca hemos compartido; cuentan nuestra historia inexistente a partir de las cenizas y el humo.
El diablo está esperándonos en la máquina de discos; ya casi nunca suena, así que ha decidido que es el lugar más tranquilo para mantener una conversación: estamos siempre ahí, al fondo, mientras todo lo demás simplemente ocurre a nuestro alrededor. Ninguno de los héroes de barrio se atreve a cruzar la línea, así que sobra sitio para mirarnos a los ojos y contarnos la última incursión al otro lado, con todo lujo de detalles. No importa si es bueno o malo, ocurre lo mismo que en esas películas de sobremesa; nacen así, no preguntes más. De todas formas, cuando te atrapa el alud es imposible saber si estás boca arriba o boca abajo.
Los días se acortan en esta parte del jardín, y para cuando quieres darte cuenta empieza a hacerse demasiado tarde para algunas cosas. También es cierto que hay curvas en la carretera que son como encuentros en mitad de la noche: tan frías y traicioneras que puedes acabar en la cuneta si vas demasiado rápido. La chica que me enseñó a besar aprendió esto justo a tiempo para evitar convertirse en otro charco tras la tormenta, y si le preguntas te dirá que ya no recuerda nada de aquella época.
Ojalá todos fuésemos capaces de arder en el momento exacto, y no empeñarnos en volver sobre nuestros pasos cada vez que nos sumergimos más de la cuenta.
12 comentarios:
Ojalá ...
Siempre que te leo, me abraza la fria reflexión ...y me destierra del mundo para enseñarmelo desde lejos...
Un saludo
Yo estoy ardiendo ahora, consumiéndome entera... Pero no prendí yo la combustión y soy como la zarza, que nunca deja de arder, tras el alud.
Qué envidia de texto, ¿qué es de tu vida?
Me ha encantado!te sigo de cerca;)
ojalá
pero algunos ni siquiera ardemos: nos helamos
un abrazo muy fuerte, Jesús
Si te digo que lo tuyo es universal..impagable..suena a grandeza..eres un soberano que dirige las palabras justas...qu equeremos escuchar..para ser felices..Me declaro ferviente admirador tuyo
"Ojalá todos fuésemos capaces de arder en el momento exacto" . . . cuánto por la frase? me ha encantado, y bueno: Ojalá!
Un saludo!
arder en el momento exacto, ni muy pronto ni muy tarde, arder y desaparecer de forma que dejemos un recuerdo imborrable...
me parece un gran plan de huida.
Canta Neil Young eso de "Más vale arder que consumirse lentamente", (luego llegó Kurt Cobain y se lo copió)
"cuando quieres darte cuenta empieza a hacerse demasiado tarde para algunas cosas..."
Me ha encantado todo, me quedo en este sitio
:)
Tus palabras son increíbles
Arder en el momento exacto... no sabes la de veces que me invade esa sensación.
Sigo creyendo que eres el mejor.
Un abrazo
Tamara
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