17 de marzo de 2007

estas calles tienen demasiados nombres

Para ella siempre llueve, y no hay refugio que pueda protegerla de la tormenta, piensa a menudo que debería haber escuchado las voces cuando el cielo estaba despejado, todos los que le hablaban del equilibrio, de las dos caras de la luna, ella no tenía tiempo ni espíritu para malos augurios y hacía oídos sordos. Ahora que la noria ha dejado de girar ha descubierto que lo peor no es perder la perspectiva, sino formar parte del grupo de transeúntes sorprendidos que se quedan a mitad de camino cuando el semáforo cambia de verde a rojo, y no saben muy bien si avanzar o retroceder. De modo que se encuentra en la otra orilla de la playa, buscando una señal en todas las luces brillantes, con cierto complejo de culpabilidad que contrarresta con unas gotas de rencor. Y sigue lloviendo, a pesar de que es imposible tanta insistencia, y no hay forma de encontrar el camino de regreso cuando sales del laberinto por la puerta trasera y dejando atrás todo lo que has sido durante tal vez demasiado tiempo. Lo peor no es intentar volver, sino malgastar la arena enterrando los momentos perdidos en lugar de utilizarla para construir una nueva carretera de sentido único, escapando para siempre de la lluvia y las puestas de sol perpetuas.

2 de marzo de 2007

cien por cien

Si quisiera contarte un cuento, tal vez debería saber el principio y el final antes de sentarme a escribirte. También haría falta algo de tiempo, pero esta es la sinfonía de las horas en punto, cambio de clase, lavarse las manos para volver a ensuciárselas. Espacio y tiempo, dos necesidades vitales. En cambio, yo no dispongo de ninguna de las dos cosas, por eso te susurro en la nuca medias mentiras, porque no conozco otra forma de transmitir ochenta pulsaciones por minuto. A la vecina del tercero le desagrada, le parece poco estético tender la ropa, abrir la ventana, dejar que entre el aire. Es una verdadera lástima que intente interpretar las señales de humo equivocadas, que busque algo entre líneas que no pueden estar más juntas. Dios le da pan… yo prefiero pensar que en el fondo, tú vas apareciendo y desapareciendo, como siempre hiciste, dejando migas de pan para que nadie pierda el camino, y yo juego a equivocarme y tomar la dirección incorrecta una y otra vez, en la certeza de que si aumentamos las distancias, acabaremos coincidiendo en el punto diametralmente opuesto. Por eso, para que de vez en cuando recibas mi señal de sonar, te dejo por escrito cada descarga eléctrica tal y como nació, sin adulterar. Sin conservantes ni colorantes.