12 de septiembre de 2006

el frío en tu espalda

Dando vueltas por la ciudad de los tonos grises, caminando como he caminado otras veces, en otras ciudades, descubriéndolas de una forma aleatoria, simplemente andar y mirar a todas partes, mientras te escucho y te aprendo. Pero aquí hay demasiados charcos, demasiadas huellas. Recorrer estas calles se parece un poco a tratar de atravesar un campo de minas con recuerdos que saltan y explotan en cuanto los rozas. No me pidas que entre por esa puerta, por favor, avanza el disco, no me gustaría escuchar la siguiente canción, si no te importa evitemos este cine, cada vez que haces ese gesto me estremezco. Una casa exactamente igual a otra, hace unos años. Al final del pasillo, la misma habitación, con la misma ventana, y la misma cama, como un mal sueño, navegas miles de kilómetros y encuentras un resumen, con planteamiento nudo y desenlace, de lo que te hizo alejarte entonces. Por eso reniego de la filosofía barata, de los que no ven más allá de la llama de su propia vela y creen que han descubierto el fuego. Sólo necesito un plano que nadie más entienda, para borrar una por una todas las marcas que fueron dejando las guadañas, para poder caminar por esta ciudad sin miedo a que de repente te mire y ya no seas tú, sino una sombra de la habitante original de esa cama. Para que el pasado no soporte el presente y escape lejos, sin posibilidad de futuro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay tantos universos distintos...ke no alkanzamos a dimencionarlos...
Me detuve un segundo ante algo partikular...puede ke no te enkuentre otra vez...en este gran universo...pero sólo kería decirte ke me gusto muxo lo ke eskribes...

La puta que no te parió dijo...

Por fin alguien publica un comentario!, últimamente prefiero no figurar primera por orden de aparición.
Beso

Anónimo dijo...

Escribes muy bello..