26 de enero de 2010

las palabras que caen de los bolsillos

tengo el manual de instrucciones

en todos los idiomas que no conozco

y una certeza subiendo por el brazo

que poco a poco se ilumina sonrisa

las nubes bailan bajo mis pies mientras te espero


no he perdido tanto tiempo como creía

caminando en línea recta

alejándome de las flores secas

más bien he cambiado varias veces el rumbo

y me he encontrado con huellas que pensaba borradas

por dejar respirar las horas muertas

al correr hacia ti sin conocerte


dos pájaros de miel me miran

como sombras de árboles desnudos

respirando poemas a oscuras

y dejan esa sensación huérfana

de estar rozando con los dedos algo

durante el tiempo necesario para comprender

que acabará escapando inevitablemente


tal vez deberíamos dejar de medir en días, semanas

y empezar a hacerlo

en abrazos

intensos

16 de enero de 2010

inténtalas parar

Cada vez que miro eres diferente, te has transformado en otra ola, siempre caminando entre el caos y la poesía, con el hilo de Ariadna entre los dedos. Se desatan incendios a tu paso, y yo no hago más que nombrarte en canciones y tratar de definirte en cárceles de palabras, de las que consigues escapar como si ya estuvieras en otra parte, algún lugar perdido. Como si no fuera contigo. La electricidad te recorre y transmites esa energía sin darte cuenta; yo sólo soy el chico mal dibujado al fondo de la escena, que sonríe y se sorprende con cada nuevo giro de caleidoscopio.

6 de enero de 2010

If you don’t think you have the blues

Definitivamente no entraba en mis planes, y yo me disolvía rápidamente en los suyos, como si fuéramos sal y tequila. Llegó en la estación de las tormentas, con una pistola sin balas y sin ganas de recoger los pedazos. La inercia nos fue arrastrando mientras secábamos todos los bares; algunas noches éramos stand by me, otras oh darling. Más tarde descubrí que si tengo que medir tanto mis palabras, tal vez no merezca la pena iniciar la conversación; tarde o temprano nos cansamos de perseguir nuestro final feliz, y no hay suficientes para todos. Te cambié mi silencio por tu mirada, mi sombra por tu luz, pero nunca era lo que buscabas. Así que antes de desmontarme como un puzzle y quemar las naves, me volví curva del camino, ventana que sólo se abre hacia fuera. Hay historias que se rompen en mil cristales afilados, otras simplemente mueren de hambre. Ahora prefiero escuchar el delicado sonido del trueno desde el puerto, sin sentir el vértigo que daba tratar de entender el mundo desde una nuca que se transformaba en remolino al menor descuido.

El viento siguió golpeando los espejos, pero yo ya no estaba al otro lado.