31 de mayo de 2006

blue moon revisited

Esquivé la primera ráfaga, pero no tuve tanta suerte con la segunda. Me dije, mide bien tus pasos, parece que esta vez va en serio. Y de nuevo esa sensación de ser un pedazo de historia entrecortada, que se va ahogando lentamente a base de un par de disparos a quemarropa cada vez que el viento cambia de dirección. La habitación estaba vacía, o podría haberlo estado, y las huellas de nuestros pies descalzos se adivinaban sobre la arena de una playa imaginaria que sólo ella y yo podíamos habitar. Estaba dispuesto a pasar de largo, a seguir caminando, quería evitar el fuego cruzado. Pero ella desenfundó atrapándome con la guardia baja y sin vías de escape. Sus palabras me atravesaron la espalda, congelándome las ganas de huir. Pensé entonces, todo esto que hacemos, esta forma de buscarnos, tiene el horizonte de encontrar en la otra persona lo que no somos. Me refiero a sus intentos de ver más allá de mis ojos, como si existiera alguna barrera que derribar. También yo creía poder entender, a través del caleidoscopio de su melena, nuestra realidad hipotética, el huracán visto desde la esquina más alejada del vórtice. Realmente, nada de aquello encajaba con su vida ni con la mía, pero nos gustaba imaginarlo, cerrar los ojos y dibujar líneas en el aire. Durante siglos se había dedicado a tejer una red en la que yo me iba dejando caer, quedándome cada vez más dormido como sólo puedes dormir en tu propio hogar. Siendo consciente de que al despertar el hechizo habría concluido y ya nada tendría sentido entre nosotros. Entonces la despedida, y el tiempo entre cosechas al que nos acostumbramos. Podemos seguir nuestros caminos, viviendo la mitad de lo que nos corresponde y preparando el terreno hasta el siguiente tiroteo. Pronto volveremos a encontrarnos. Y para ese momento yo procuraré tener a mano un chaleco antibalas.
O al menos una respuesta rápida.

28 de mayo de 2006

pétalos que caen

Mi propósito sólo era transmitirte un mensaje de esperanza, pero sabes, esas cosas nunca se me han dado demasiado bien. Como llevar el timón; definitivamente no es lo mío. Recuerdo la cantidad de decisiones que dejé a cargo del príncipe de los tejados, cómo él me miraba con una mezcla de rencor y rabia hasta que se bajó del trono, malvendió su cetro y ahora duerme en mi portal. El afinador de pianos, también él me da mucho más de lo que yo le pido y necesito. Es esta forma de fragilidad la que me hace atravesar el alambre una y otra vez, porque el destino no tiene vértigo ni concierta citas, prefiere visitar a sus víctimas simplemente asomándose a la ventana. Así que abrázame, hay poco más que podamos hacer mientras esperamos. Antes nos gustaba bailar, lentamente, con la habitación iluminada sólo por tus ojos, esa sensación que nos hacía sonreír en silencio. No había mucho más, y ahora hay menos todavía. Me sentaba a verte girar en el carrusel y el tiempo se detenía, tú lo detenías, más o menos hasta que derramabas una lágrima y todo recuperaba su velocidad natural. Pero no digas nada, es mejor dejar pasar estos últimos rayos de luz, este atardecer sin máscaras. El amor es un lugar tan vacío que cualquier palabra queda grabada en la piedra. Nos limitamos a permanecer como estatuas de hierba, poco a poco deshojándonos. Debemos admitirlo, ya todo suena a hueco entre nosotros.

21 de mayo de 2006

hielo

Piensa en todos los errores que nos hemos ahorrado.

Dónde está todo lo que nos alimentó en aquel momento. Tú habías colocado la chistera, ésa de la que sacamos tantos sueños, boca arriba, a los pies de la cama. Jugábamos a lanzar cartas de la vieja baraja, la mayoría caían fuera y parecían sonreírnos, guiñarnos un ojo desde el suelo. Fingiendo alegrarnos o asustarnos por tonterías, terminando siempre los cuentos del otro, no sé cuánto tiempo permanecimos allí, descalzos, sin ganas de dormir. Tres minutos. Tres días. Tres meses. El caso es que tras una carcajada algo más sonora de lo normal levantamos la mirada, y éramos incapaces de reconocernos. Yo ya no te habitaba, y tú te habías marchado de mí a través de los agujeros de la persiana. Durante al menos cincuenta párrafos nos buscamos sin mucho afán, evitando encontrarnos, tan sólo para justificar que no nos sentíamos culpables, ni siquiera solos. Tal vez un poco huecos, vacíos por dentro, nada más. Esa sensación terminó desapareciendo con la luna; volvieron a llenarse nuestras vidas. Por separado.

Piensa en todos los errores que nos hemos ahorrado.

15 de mayo de 2006

rachas de viento

Allí estábamos, todo cruces de caminos, cien mil kilómetros a la espalda entre los dos y algún que otro peso compartido sin saberlo. Nos encontrábamos en la frontera, los pies en la orilla, más allá del último desierto. Pero nadie se sentía roto, no había grietas a la vista ni inventarios de flores marchitas o piedras a punto de derrumbarse. Tal vez por eso, por la forma de sentirnos viejos conocidos, recuerdo con nitidez dos lazos de libertad condicional unidos por tijeras de filo curvo, un ramillete de dedos largos y la gente atravesando la calle con pesadas maletas rumbo a ninguna parte. Echaba de menos el viento sur, las partidas sin ases en la manga, los duelos al sol con balas de fogueo y sangre con sabor a salsa de tomate. Desde entonces tengo un balcón cerca por si las escaleras de incendios se rinden, tengo un charquito de agua que empapa granos de arena siempre demasiado sedientos, y también tengo una deuda pendiente, de esas que uno se siente orgulloso de pagar.

6 de mayo de 2006

6x4

siempre existen leyes no escritas
que nadie se atreve a romper
la belleza salió ardiendo
en un estallido silencioso
cuando vimos amanecer frente al río
y se nos acababan las buenas excusas

ahora llueve constantemente
tengo dos invitaciones para el show
válidas hasta completar aforo
y sobran los que pagarían por entrar
de todas formas creo que esperaré
a que baje la marea para huir a nado

de vez en cuando hay que saber
tomar una decisión
llevarla hasta el final
no pensar en efectos secundarios
daños colaterales
terceras personas

esa clase de mentiras de manual
que nos venden en botellas no reciclables
esos sueños de un solo uso
con sabor a cerveza de barril
como todo lo que se rompe en mil pedazos
cuando lo aprietas contra el corazón